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Kora.


— Kora, ¿si me estás escuchando?

La voz de Jenell hace que salga de mi pequeño momento de trance. La observo, apenada, mientras que su mirada transmite preocupación.

— No, discúlpame. Me distraje. — admito en voz baja — ¿Qué me decías?

— Te estaba preguntando a cerca de la investigación. — exclama mientras deja de lado su limpión para acercarse a la barra — ¿Está todo bien?

Las manos me sudan y siento mi corazón latir con un ritmo más rápido de lo habitual. Sin embargo, me obligo a aclarar mi garganta y a no dejarle ver lo nerviosa que me encuentro.

— Sí, no te preocupes. — respondo e intento centrarme de nuevo en lo que estaba haciendo — El detective aún no se ha comunicado conmigo. La última vez que hablé con él y el oficial Foster me hicieron saber que el proceso iba a ser demorado, porque no había muchos indicios que los guiaran a saber qué fue exactamente lo que sucedió.

Jenell rodea la barra para acortar la distancia que nos separa y acoger mis manos entre las suyas. Suele hacer eso para disipar mis preocupaciones y levantar mis ánimos. Aunque, en este momento no sé quién está más preocupada por todo esto.

— Sé que todo se va a esclarecer. Aunque tarde tiempo, tengo la fe de que llegarán al fondo de todo. Sólo debemos ser pacientes e intentar ayudar en lo que más podamos. — asegura y sus labios dibujan un intento de sonrisa consoladora. Sus manos se sienten muy cálidas a comparación de las mías.

Intento devolverle la sonrisa, pero me es imposible. Vuelvo a sentir ese nudo en la garganta y la leve presión en mi pecho. Con esfuerzo, paso saliva y dejo salir un pesado suspiro.

— No es fácil para mí estar aquí, Jenell. — suelto lo que por unos días tenía guardado entre el pecho y que me ha estado haciendo sentir mal — Estar en este sitio es recordarlos a ellos y a veces siento que es tan irreal...— No puedo evitar que la voz me flaquee mientras hablo y me siento tonta por ello. Ella se percata de eso, pero reúno fuerzas para seguir hablando — Creo que en cualquier momento pueden salir por algún pasillo o que me los voy a encontrar en las calles de este pueblo y me dirán que sólo fue un mal sueño.

Sus brazos, como cientos de veces lo han hecho, me envuelven en un abrazo fraternal. De nuevo, todo lo que siento supera mi capacidad de autocontrol y me hallo frágil entre su cuerpo. Advierto las lágrimas que amenazan salir de mis ojos, pero no hago nada para detenerlas.

He intentando mantenerme fuerte estas semanas, pero justo ahora siento que el piso debajo de mis pies da vueltas. Cierro los ojos con fuerza, deseando que nada de esto hubiese pasado mientras que sus manos acarician mi cabello con delicadeza. Estas paredes me están asfixiando. Me consumen cada día más. Los recuerdos de cada momento que compartí con ellos me están desgarrando internamente y nada después de su muerte ha cooperado.

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