Capítulo Uno

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—No lo voy a hacer —repitió Uruha mientras caminaban por el largo pasillo que los llevaría al estudio de grabación. No estaban grabando un álbum, por ahora solo estaban teniendo reuniones acerca de los nuevos sonidos con los que querían experimentar, lo que aspiraban a lograr. Lo cual representaba que tuvieran juntas interminables que usualmente tardaban en tomar forma.

—Llevas todo el maldito verano quejándote al respecto, es tu momento de decirle algo —insistió Reita caminando a su lado, habían llegado juntos al lugar y de inmediato el rubio había sacado el tema a relucir.

Uruha lo miró como si estuviera loco—. Claro —empezó sarcásticamente—. Oye Aoi, ¿recuerdas la vez que estábamos cayéndonos de borrachos y tuvimos sexo? Bueno, ¿podemos repetirlo? Va a sonar muy romántico —dijo sin cambiar el tono y sin mirar a su amigo.

La realidad era que no quería volver a tener sexo con él, solo había sido una cosa de una vez. Se lo había metido muy bien en la cabeza y al pelinegro no parecía haberle afectado en lo más mínimo, seguía tratándolo como siempre, tanto que a veces Uruha llegaba a pensar que Aoi no lo recordaba. Eso no evitaba que llevara tres meses prestando más atención al segundo guitarrista de lo que debería. De pronto, no podía quitarle los ojos de encima y no le molestaba aceptar que tal vez, le había tomado un poco de cariño que no era solo por un compañero de banda.

Ni siquiera invitarlo a salir era el problema. El problema era él, él y su ineficiencia para transmitir sentimientos; le resultaba sumamente práctico racionalizar sentimientos y lo hacía todo el tiempo porque le funcionaba. Al punto que había racionalizado lo que podría pasar si invitaba a Aoi a salir, probablemente no funcionaría y sería muy peligroso para la banda si algo salía mal. Prefería no hacerlo, así como prefería no habérselo contado a Reita, quien estaba más emocionado que una casamentera por la idea. Llevaba casi una semana insistiendo que Uruha hiciera algo.

—No lo tienes que decir así —Reita frunció el ceño mientras abría la puerta del estudio de grabación que siempre utilizaban. Iba a decir algo más cuando se quedó estático en el umbral con la boca abierta.

Uruha no alcanzaba a ver adentro, pero le llamó la atención que el bajista se hubiera quedado callado de pronto. Giró los ojos y se asomó sin entender qué detenía al otro. Él también se quedó parado en la puerta sin atreverse a moverse, mirando a Reita quien se aclaró la garganta sonoramente.

Frente a ellos, Shou se separó de un chico que les daba la espalda pero en cuanto notó su presencia se giró hacia ellos con una mueca de molestia. Ambos habían estado compartiendo un beso bastante subido de tono.

Uruha alzó la ceja—. ¿Sakito? —Dijo tratando de no reír.

El mencionado se cruzó de brazos y se sentó en el sillón de la sala del estudio.

Shou entrecerró los ojos—. ¿No les enseñaron a tocar? —se relamió los labios comprobando lo que acababa de pasar.

—¿De qué hablas? —Se defendió Reita—. Si tú estás en nuestro estudio —señaló la puerta y el número: 57

Shou suspiró—. No, los cambiaron a principio de semana. Este es nuestro, por ahora —se cruzó de brazos molesto ante la intromisión.

—Ni siquiera van a grabar algo —se quejó Reita—. Aunque pareces más ocupado que cualquiera de nosotros —señaló a Sakito con la cabeza, el otro bufó—. De acuerdo y, ¿cuál se supone que sea el nuestro?

—El 139 —contestó Shou empujando al bajista y le cerró la puerta con fuerza en la cara.

Uruha soltó una carcajada encaminándose al estudio mencionado, pero Reita no se movió—. A ti, ¿qué te pasa? —Le preguntó.

Estudio 139 [the GazettE- Aoiha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora