Preludio

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Ser un artista reconocido en Francia fue, por muchos años, la mayor aspiración de Taehyung, quien se pasaba horas y horas pintando aquellos grandes lienzos en su habitación. Tenía bocetos regados por todos lados; algunos estaban completos y otros, simplemente, se resumían a líneas abstractas plasmadas en una hoja que parecían no tener propósito alguno. No sólo eso, sino que, pese a mantener su área de trabajo cubierta con plásticos o periódicos para evitar desastres mayores, había manchas de pintura en la pared y en el suelo, evidenciando así un poco su despreocupación hacia las demás cosas.

Y es que a él solamente le interesaba el arte. No había nada más que pudiera llenar la razón de su mera existencia, porque pintar lo mantenía vivo. Kim vivía por y para dibujar, trazar y colorear.

Esa era su misión en el mundo; su único propósito.

Poseía metas claras, esas mismas que podrían verse codiciosas e inalcanzables si tenía en cuenta la procedencia común de su familia, cuya socioeconomía no era precisamente la mejor. Los de su clase carecían de recursos para mostrarse en eventos de gran relevancia o, incluso, para comprar elementos de buena calidad. Para ello necesitaban dinero, poder y contactos; personas que, con su influencia, permitiría a cualquiera llegar a la cúspide de la fama, aun si aquello significaba no tener talento alguno.

Los ricos eran bendecidos con mejores oportunidades, mientras que los de su clase sólo tenían aspiraciones ambiciosas.

De todas formas, el castaño manifestaba una destreza genuina. Contaba con técnicas prolijas y un talento innato del cual, claramente, estaba orgulloso. Sin embargo, era el único artista entre sus hermanos mayores; Namjoon y Seokjin. Aun así, la ardua práctica le permitía estar a la altura de los profesionales, o al menos eso pensaban las personas que habían visto parte de sus creaciones en aquel colorido cuarto.

A veces prefería mantener su arte oculto o para sí mismo.

Las palabras bonitas le avergonzaban un poco y el rechazo le aterraba.

Pero ¿De que servían todos aquellos halagos? ¿Qué le aportaban los insultos? Para el castaño se trataban de frases amables o forzadas a serlo; insuficientes para lograr los objetivos que tenía en mente.

Los halagos no le daban dinero y los insultos ni siquiera le servían para llenar su ego.

¿Su mayor anhelo? exhibir sus obras en los museos bajo el seudónimo de Vante. Quería que las personas pudieran sentir emociones a través de sus respectivas creaciones y que también entendieran las historias detrás de todos aquellos trazos.

Aunque había un ligero problema: el artista era quien conocía los significados exactos, haciendo del espectador su propio protagonista e intérprete, como un falso ente omnisciente.

Por ejemplo, la semana pasada, el de hebras marrones había pintado un paisaje repleto de flores silvestres bajo la lluvia, cuyas finas gotas se posaban elegantemente sobre los delicados pétalos mientras un pequeño conejito usaba las hojas como refugio y miraba una cabaña. Los colores parecían ser cálidos, pero, con la paleta y la combinación de tonos correctos, le dio un semblante frío; casi como si el sol estuviese cubierto por las nubes, provocando que la iluminación se volviera tenue.

Su madre pensó que el conejo estaba perdido o desorientado por el cambio climático. Su amigo imaginó que el conejo estaba jugando con las gotas que estaban en los pétalos. Su padre pensó que el conejo sintió curiosidad por la lluvia, por eso se encontraba afuera.

De sus hermanos obtuvo suspiros cansados y miradas de reproche.

Nada más, por suerte.

En sí, la fémina fue la que más se había acercado a la significancia que quiso trasmitir a través de la obra, pero la interpretación estuvo errónea, ¿Estaba siendo muy estricto en ese aspecto? Porque tenía la sensación de estar hablando en otro idioma, en una lengua que nadie lograba comprender del todo.

La pintura relataba la historia de un conejito solitario, quien iba de campo en campo buscando un hogar; un sitio en el que pudiera resguardarse y obtener calidez ante el frío invierno. La lluvia era una representación de su tristeza o desdicha, ya que carecía de un techo para protegerte del caótico clima. Por ello, sólo pudo resguardarse bajo los pétalos mientras mantenía las orejas caídas y miraba con semblante anhelante la cabaña.

Estaba oscuro; una cualidad que iba acorde a los sentimientos del de cola pomposa.

Incluso, hasta parecía ser nostálgico, como si el conejito ya hubiese pertenecido a un lugar.

Taehyung se sentía como aquel adorable animal silvestre; estaba solo, soñando y muchas veces pensaba que caminaba sin rumbo alguno buscando sus logros o un hogar. Persistía, yendo de un lugar a otro en un afán por ser feliz y estar cómodo con lo que ama hacer. Tal vez, quiso representar una parte de sí mismo en el lienzo, pero jamás admitiría algo así frente a sus seres queridos.

De hacerlo, la plática se volvía inútil.

Era como poner a un historiador y a un matemático en la misma habitación. El primero hablaría de experiencias, hechos y aventuras que caracterizan al mundo como lo conocemos hoy, mientras que el restante platicaría acerca de números, lógica y símbolos que son parte de una ciencia.

Sí, no tenía sentido alguno.

Sería una pérdida de tiempo tratar de llegar a un acuerdo, esto por la simple razón de ser perspectivas diferentes que, a criterio de Taehyung, no podrían congeniar en ningún punto.

Como agua y aceite, para hacerlo más simple.

Kim quería pinceles.

Sus hermanos querían una carrera.

Ellos decían cosas como "Del arte no puedes vivir" "Deberías ir a la universidad como nosotros, no hacer dibujos" "¿Qué hay de estudiar derecho o medicina?" "Te vas a morir de hambre" "Estás desperdiciando tu vida"

Quería callarles la boca de una buena vez o sacarlos definitivamente de su vida. Todos excepto a su progenitora. Su madre y él, posiblemente, estaban en la misma página; se comprendían en varios aspectos.

Ella amaba el arte de su muchacho; entendía perfectamente el significado y el sentimiento de estar enamorada o enamorado del arte, junto a la singular pasión y sacrificio que conlleva. La señora Kim había sido bailarina de ballet por muchos años, pero su edad le impedía seguir bailando al compás de la música clásica. Su generación ya estaba fuera de los focos del teatro, pero ella, al menos, estaba tras bambalinas para ayudar a los jóvenes mediante las técnicas que aprendió en su período de juventud; era tutora.

Recordaba con mucho cariño la última vez que pudo subirse al escenario.

Extrañaba esas sensaciones, más de lo que alguna otra persona podría llegar a imaginar.

Por eso apoyaba a su hijo; siempre. Conocía el mundo artístico mejor que el castaño, quien le agradecía, con un profundo amor. Aun así, Taehyung seguía pensando en que diferían en algunas cosas.

Su madre tenía zapatos y música.

Sus hermanos tenían libros y computadoras.

Él se perdía en lienzos y pinturas.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2021 ⏰

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