like a precious diamond

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Y ahí estaba ella, caminando tranquilamente por las calles de su barrio

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Y ahí estaba ella, caminando tranquilamente por las calles de su barrio. El cielo azulado de invierno, sin una sola nube, engañaba. Hacía demasiado frío, y una leve brisa helaba la nariz de aquel que no la protegiera. Las calles cubiertas de una fina capa de nieve, crujían ante el más mínimo movimiento. Los gatos callejeros estaban refugiados en cajas de cartón, y algunas aves cantaban una dulce copla. Los árboles, esqueléticos, movían sus diminutas ramitas al son del viento. La rubia cabellera se mecía con delicadeza, ondeando gracias al movimiento tranquilo de su andar y la brisa invernal.

Su cuello, cubierto con una bufanda tejida a mano roja. Sus manos, enguantadas en negro cuero. Su torso, cubierto por un blanco jersey. Sus delgadas piernas, embutidas en unos tejanos desgastados de tanto usarlos. Su pies, calzados en unos botines negros como la misma noche. Su cabeza, adornada con una boina que le regaló su hermano. Aquella bonita chica hacía suspirar al mejor amigo de su hermano, y ella suspiraba por él. Lo hacía notar, pero no tenía el valor para declararse. ¿Cuántas veces había ensayado frente al espejo? Ni lo sabía ni le importaba. Era feliz así.

Su andar se detuvo en un parque. Observó a los niños correr de un lado a otro, mientras chillaban y se tiraban bolas de nieve. Las madres charlaban sentadas en un banco. Una niña solitaria formaba nubes de vapor con su boca. Emma se enterneció. Camino tranquila hasta un carrito de crepes, en el que compró un taiyaki. Se sentó a contemplar a los menores, disfrutando de su dulce postre.

Mejillas encendidas del frío, sonrió al ver a una pareja de ancianos. Se le vino a la mente a Draken y a ella de esa forma, y deseó llegar a esa edad junto al chico al que amaba. Estaba tranquila, no tenía nada que temer.

Varios niños se acercaron a ella.

-¿Eres un ángel?

Ella no supo que responder. Les miró, con aquellos ojos profundos y centelleantes que la caracterizaban, haciendo sonreír a la niña que les acompañaba. Ella sonrió también.

-¿Queréis que lo sea?

Los niños asintieron, sonrientes.

-Entonces, sin duda alguna, lo soy.

Ellos se sorprendieron, pero enseguida le pidieron deseos. Ella se limitó a decirles que se esforzasen para conseguirlos. Los niños se fueron, felices porque, según ellos, hablaron con un hermoso ángel.

Emma realmente era un precioso y delicado ángel, pero no tenía ni idea de ello.

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ANGEL 🐉 emma★sanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora