El viento sopla y las ramas topan en mi ventana, miro hacia ella esperando una señal para mi entrada al limbo, para definir el día de mi muerte.
Solo estoy en mi habitación desordenada, escucho llantos en la sala y gritos desesperados pidiendo que regrese.
Ya no puedo hacer nada, el daño está echo, mi decisión ha sido tomada al igual que mi vida.
Ya no siento nada más, bajo por última vez aquellas escaleras que me vieron crecer, veo a mi familia reunida viendo mi cuerpo desvanecer, mí tiempo se agota, solo puedo decir que mi vida acabo como lo esperaba, a mis propias manos cometí mi suicidio, después de muchos intentos lo logré.
Comencé a caminar al rededor de aquellos que en vida me cuidaron o al menos trataron de hacerlo, comencé a comprender que había solución a aquellos problemas que me atormentaban.
Me agaché a ver la mirada de mi madre despechada, echándose la culpa por no saber escucharme, trató muchas veces de comprenderme pero cada día cambiaba el modo de mi mente.
Mire a mis abuelos sosteniendo mi cuerpo, lloraban sin parar y sus lágrimas caían en mí piel, aquella piel fría aunque no era extraño que lo estuviera, no lo digo por estar muerta si no que todo el tiempo ya lo estuve...
Por dentro...... me seguía sintiendo vacía aun que fuera irónico que lo dijera.
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Noches sin descanso
RandomEscritos que son pensamientos de madrugada o cuando siento la inspiración para hacerlos.