Primera noche.

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Takano había ido a su departamento para buscar unas mantas para tenderle una cama improvisada a Chiyo.También le dijo que buscaría en su departamento los viejos juguetes de Sorata, al parecer los usaba cuando era más joven y Yokozawa lo llevaba de visita. Realmente esperaba otra reacción de su parte, el pelinegro estaba más tranquilo de lo que imaginaba con toda esa situación, de hecho, se le veía hasta emocionado con todo esto.

Luego de que decidieran quedársela Takano se sentó en el sillón a jugar con Chiyo, él había ido a guardar ropa limpia que lavó por la mañana y cuando regresó a la sala, el pelinegro aún jugaba con la pequeña. Sabía que le gustaban los gatos (debido a Sorata) pero no se imaginaba que a tal grado, nunca había visto a Takano actuando de esa forma, de hecho,  no sabía cómo sentirse al respecto. El tiempo que duraron saliendo en secundaria fue muy corto, así que ni siquiera tuvo oportunidad de verlo convivir mucho con el pequeño Sorata. Al notar todas esas pequeñas cosas que se perdió durante ese tiempo, realmente se arrepentía de no haber hablado con el mayor antes de huir lejos de él.

Chiyo aún se encontraba sobre el sillón, escalando por los cojines y explorando un poco sus alrededores. Se le veía muy animada, después de todo aún era una cachorra, tenía mucha energía que descargar. Agradecía que el ciclo en Emerald recién terminaba y podría tener todo el mes para cuidarla adecuadamente y hacer que se acostumbrara a su nuevo hogar. La minina descubrió un hilo suelto en uno de los cojines, decidió arrancarlo de ahí antes que la pequeña se decidiera por destruir todo el cojín. Se quedaron unos minutos jugando con el hilo hasta que Takano regresó. Entró a la sala con unas mantas pequeñas al igual que con unos juguetes pequeños en forma de ratón. Dejó los juguetes encima del sillón y de inmediato la minina puso su atención ahí, para de inmediato abalanzarse sobre ellos.

— ¿Dónde le pongo su cama? — Takano se dirigió hacia él esta vez, mostrándole levemente las mantas que tenía en las manos.

— Aquí en la sala está bien, así no la pierdo de vista. — El mayor sólo asintió y se dispuso a tender las cobijitas en una esquina del lugar, cerca del sillón. Cuando terminó se puso de pie y tomó la bolsa de alimento que recién había comprado.

— Tomaré un plato de la cocina para ponerle su comida.

— Adelante. — Podía ver desde el sillón cómo Takano buscaba un plato pequeño y luego lo llenaba con croquetas, de igual forma que preparaba en otro plato la leche en polvo que le habían vendido en la veterinaria, al parecer Chiyo aún era muy pequeña y necesitaba leche materna. Pasó mucho tiempo observando al pelinegro pues para cuando se dio cuenta, Takano ya había terminado de preparar la leche e iba de regreso a la sala con ambos platos, para colocarlos junto a la cama improvisada de la pequeña.

— Bien, ya está. ¿Quieres que me quede a dormir? ¿O crees poder manejarlo en tu primera noche como padre? — Preguntó Takano con un tono burlesco dirigiéndose a la salida, sabiendo de antemano la respuesta del castaño.

— Puedo manejarlo gracias.

— Bien, no digas que no te lo advertí. — Se detuvo antes de seguir su camino, y los observó desde el pasillo, Chiyo aún jugaba entre los cojines mientras que Ritsu lo veía atentamente (desviando un poco la mirada para que no pareciera que lo veía fijamente), en el rostro de Takano se formó una sonrisa ladina al ver aquello,  para luego regresar sobre sus pasos para acercarse hasta donde estaba Onodera sentado, y depositó un suave y corto beso sobre su frente, para luego sonreírle levemente. — Nos vemos mañana. — Y dicho aquello caminó hasta la salida del departamento, el castaño sólo pudo escuchar el sonido de la puerta cerrándose. El castaño no pudo contestar nada, su sonrojo y su expresión lo delataban por completo. Luego de quedarse unos instantes viendo el pasillo por donde se había ido Takano, se puso de pie.

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