Capítulo Único

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Historia dedicada a _sarakura

Caminamos por la calle a un paso lento y calmado. Se escuchan varios susurros provenientes de las personas que caminan al lado nuestro. Pero los dos hacemos oídos sordos a lo que dicen los demás, pues la sensación del leve roce que hace nuestras manos al movernos nos tiene demasiado distraídos. O al menos a mí. Porque yo siento que tu tacto tan íntimo y cuidadoso me lleva al cielo. Me hace sentir que miles de mariposas se instalan en mi estómago y me hace no querer alejarme jamás de tu persona, me hace querer tenerte cerca de mí y que cuides siempre de mi corazón como si estuviese hecho de cristal. Me hace querer amarte por el resto de mis días.

Mi corazón late a un ritmo preocupante en cuanto tus redondos ojos de los cuales sobresaltaban unas ojeras notorias buscan mis orbes. Una casi imperceptible sonrisa adorna tus labios mientras que otra estira los míos. Son tan pocas veces las que sonríes, que guardo la imagen en mi cabeza como si fuese lo más preciado del mundo.

Tu atuendo desaliñado desencaja completamente del cómo voy vestida, que es algo más formal. Tus pies descalzos llaman la atención de varias personas, las cuales voltean a vernos en cuanto pasamos cerca. Pero déjame decirte, L, que aunque la gente murmure cosas incoherentes de nuestra extraña relación, yo siempre confiaré en ti. Porque tal vez, lo nuestro sí es para siempre.

🍰

En cuanto llegamos a casa, ya a salvo de los típicos y usuales "¿qué hace ella con un tipo como ese? Pobrecita" vas directo a la cocina en busca del pastel con fresas que compro especialmente para ti. Cuando lo encuentras, vas al comedor, sentándote en el sofá con las rodillas flexionadas de la extraña forma en la que sueles sentarte. Palmeas el sitio a tu izquierda, incitando a que me siente y eso hago, yendo donde tú te encuentras, sentándome a tu lado y apoyando levemente mi cabeza en tu hombro.

Y siento morir cuando das una palmadita en mi cabeza para luego dejar un casto beso en ella. Los sentimientos me abruman cada vez que siento tu frío toque en mí. Siento un zoológico en mi interior cuando recibo las escasas muestras de afecto que me brindas. Y siento que estoy flotando cuando algunas -muy pocas- noches me abrazas por la espalda, acariciando mi costado como si estuviese hecha de cristal, con un cuidado y un cariño inmenso, demostrándome tu afecto de una forma tan tímida que resulta adorable.

Y yo sé que ya llevamos varios años en una relación, pero déjame decirte, L, que nunca me podré acostumbrar a la perfecta sensación de tu piel junto a mi piel, al cuidado que tienes conmigo y al tipo de sonrisas que la que ahora me estás regalando.

—¿Qué pasa que hoy sonríes tanto, ah?

Una risita sale de tus labios y estoy segura de que un destello de confusión adorna mis ojos.

—Nada, hoy estoy feliz.

Frunzo el ceño, inspeccionando tus palabras y el tono que has usado para decirlas.

—¿Seguro?

Asientes nuevamente sonriente.

🍰

Los dos acostados en la cama. Tú mirándome. Ambos mirándonos. Sabiendo las emociones del contrario a través de sus iris. Los tuyos son completamente negros, sin ningún tipo de brillo debido a la oscuridad que nos rodea, pero poco a poco y a lo largo de nuestra relación, aprendí a interpretar tu mirar lleno de oscuridad, pero también lleno de sentimientos que nadie, salvo yo, sabe percibir.

Mi pelo cayó delicadamente sobre mi rostro y, al momento, tu mano se dirige cuidadosamente donde el cabello yacía inmóvil. Tus dedos se hunden en mis hebras mientras me acaricia con cariño, como si fuera una pieza única e irremplazable, haciendo que de nuevo las mariposas se instalen en la boca de mi estómago, siendo consciente una vez más del amor que crecía cada día más y más dentro de mí.

Y cuando tu mano hizo el amago de separarse de mi cabello, agarré esta con sutileza, dejando de forma inconsciente un beso en la palma de la misma. Las comisuras de tus labios se elevan levemente y juro guardar ese momento a fuego en mi mente, pues las sonrisas como aquellas no suelen ser comunes en tus gestos faciales.

El conocido sonido de la alarma de tu móvil cortó con ese silencio con el que me sentía tan cómoda. Al momento lo apagaste y tus labios se abrieron y cerraron reiteradas veces, dándome a entender de que te sentías inseguro de hablar.

—Uhm... —tu voz salió con un deje de vergüenza que se me hizo muy tierno.— Ya es tu cumpleaños y... tengo algo para ti.

Y antes de darme tiempo procesar tus palabras, sentí tus labios sobre los míos de una forma tímida y vacilante, por lo que al instante lo seguí, haciéndote entender de que aquel dubitativo roce me estaba llevando al mismísimo cielo.
Cuando te separaste, el frío me atacó de golpe, como si fueras ese calor que me reconfortaba en las épocas heladas.

—Sígueme.

Ambos nos levantamos y caminamos de la mano hasta la planta de abajo. Nuestras pieles juntas desencadenaban en mí una serie de sentimientos que en cada día que pasaba crecían y crecían, sintiendo emociones que jamás había experimentado con alguien más. Porque eso causas en mi ser: que emociones impensables me ataquen sin dejarme tregua alguna me envíen al cielo, donde un universo lleno de tus gestos, acciones y palabras me envolvían con sutileza. Sí, esto se siente como el mismo cielo.

Mew.

Un maullido.
Un puto maullido me había sacado de mi ensoñación.

Un.

Puto.

Maullido.

Apareciste en mi campo de visión con una bolita de pelo tricolor y unos ojitos verdes que no dejaban de mirarme con desconfianza. Dos ojos tan grandes como preciosas Lunas que adornaban el universo en el que mis sentimientos por ti me sumían.

—¿Qué?

Estaba aturdida. Completamente aturdida, por lo que no paraba de pestañear, sopesando que la escena frente a mí era real y no una de esas fantasías que llegaban a mí por las noches.

—¿Qué pasa?

Inclinas un poco la cabeza hacia un lado, gesto que me parece completamente adorable.

—¿Qué es esto?

—Un gato. —Soy idiota— Es que... siempre vi lo ilusionada que te veías al acariciar a uno, y se me ocurrió regalártelo por tu cumpleaños.

Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras una sonrisa permanente se plasmaba en mi rostro.

—Te amo. —Me abalancé contra él, rodeando con mis brazos su cuello y buscando sus labios con los míos— Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo.

No todo es para siempre. Pero tal vez, y solo tal vez, lo nuestro dure una eternidad.













Tqm compañera, feliz cumpleaños, espero q lo pases muy bien <3

𝗧𝗮𝗹 𝗩𝗲𝘇 𝘖𝘴 -𝖫 𝗒 𝗍𝗎́-Where stories live. Discover now