1: Mejorar el ánimo

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Habia algo peculiar en el amor que hacía que Hank se sintiera tan... asqueroso.

En primera, él nunca llego a enamorarse, claro estaba, pero había presenciado tantas parejas, tantos cariños, y eso simplemente bastaba para hacerle creer que la violencia siempre fue una opción.

Siempre se creyó arromantico, jamás en la vida le interesó una persona románticamente, aunque la parte de "arromantico" no sabía si confirmarla o no, fue solo una idea rápida ante una conclusión, pero ¿podrías culparlo? ya no era tan inteligente como antes.

Podría experimentar cosas, intentar conseguir el calor de despertar junto a la persona que más adoras, sentir sus mimos, sus halagos, sus toques... todo.

Pero eso estaba fuera de su alcance, demasiado a decir verdad, era obvio que la mitad de Nevada lo odiaba y lo quería muerto de una vez. ¿Quién se interesaría en él de una manera no sádica?

Estaba en la mira de todos, pero no de la manera que él quería.

No quería sentirse amado después de todo, estaba bien así, de hecho solo usaría a esa persona para experimentar con ella, y ya.

Después de todo, para todos Hank era un monstruo sin sentimientos, no sería noticia nueva.

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Vasos volando por el aire, vidrios con cierto líquido rojo, gritos y sangre, un día totalmente normal en Nevada.

Un recipiente fue incrustado brutalmente en la nuca de un grunt, la sangre no tardo ni un segundo en salir, y la improvisada arma giro rápidamente decapitando a la última víctima del restaurante.

Normalmente le hubiera gustado torturar un poco a su última víctima para más placer y terminar con una masacre exitosa, pero hoy no se sentía con ganas. La masacre reciente fue pésima, todos esos grunts murieron de formas tan simples y rápidas que solo hacían que Hank se sintiera más decepcionado y enojado consigo mismo, no recibió esa adrenalina que conseguía cuando abria cráneos con cuchillos lentamente, o cuando golpeaba hasta matar a su objetivo. Esa adrenalina que le hacía sentir vivo, completo, posiblemente el perfecto reemplazo para el amor.

Si, la adrenalina era su pasión, la violencia, la sangre, y por supuesto, licuar a sus enemigos. No consideraba eso estúpido, no era tan enfermo para excitarse con genocidio... ¿O si?

Se sentó en una de las sillas frente a la mesa de la taberna, no era hora de pensar en su estabilidad mental, ni en lo enfermo que estaba, porque si, estaba mal de la cabeza, no tenía porque darle más vueltas a eso.

Paso sus dedos sobre el borde de un vidrio, marcando suavemente una línea dispareja. Su pecho se movía a un ritmo elevado, pero estaba intentando regular su respiración agitada. La mano derecha sangrienta sostuvo parte de su cabeza, y cerro los párpados a la mitad, estaba comenzando a relajarse.

Con esa imagen, cualquiera pensaría que se trataba de un hombre común relajado, pero con tremendo fondo sangriento y múltiples cadáveres a su alrededor, además de que su vestuario estaba embarrado con sangre, era fácil deducir que era un asesino serial con poca cordura.

Esta vez el aburrimiento peso en su espalda, ya había limpiado una taberna completa, sin nadie adentró más que él, quizás un borracho pero podía lidiar fácilmente con eso.

¿Ahora que le tocaba hacer? Tenía que esperar a que lleguen por él. Que pesadez.

Puede que ya se olvidaron de él, hacía tiempo que había llamado a cierto dúo para que vengan a la taberna.

No digo que Hank no pudiera con la taberna completa él solo, (si puede, por mucho) pero tomando en cuenta como son Sanford y Deimos, quienes se distraen con muchas cosas, era buena idea avisarles con anticipación.

Sus párpados se cerraban y abrían con lentitud, carecía de sueño y cansancio, pero anhelaba llegar a la base para encerrarse en su habitación, tan solo quería olvidarse de hoy, fue toda una decepción, y un asco, su ropa se mancho más de lo normal, y no quería quitarse ninguna prenda para lavar, no tenía ganas.

... Silencio.

Mucho silencio, le hacía sentir tan tranquilo.

¿Por fin tendría paz mental? lo dudaba, sus pensamientos siempre fueron tan sádicos y retorcidos, caóticos en algún punto, pero ahora que no tenía porque pensar en ese morbo.. no sabía en que más pensar.

No hacía falta después de todo, la puerta fue, básicamente, derribada de un golpe, o mejor dicho una patada.

Eso lo alertó, pero no miro atrás, reconocía ese modo de entrar, golpes, mucho ruido, un estilo de entrada muy... Deimos.

── ¿Hacía falta derribar la puerta? ── oh, y esa voz confirmaba sus deducciones, Sanford. ── Te digo, algún día nos meteremos en problemas por TU culpa. —.

Se escuchó una carcajada pequeña, un hilo de voz que a Hank le hacía sentir extraño.

── No se de qué te quejas, San. A nosotros siempre nos esperaban, no hace falta ser silenciosos. ── Deimos miro a su alrededor, no muy interesado ni asombrado por el entorno oscuro. ── Además esto no es una misión de espionaje. —.

── Solamente digo. ── Paso dos de sus dedos sobre su ceño, obligando a arrugar la piel, y luego estirarla para ambos costados. ── Admiro tu astucia, y todo, pero a la próxima, ¿puedes ser un poquito más silencioso? —.

── Claro. ── Mintió, como siempre. —.

El más bajo del trío camino hacia delante, tambaleándose entre cuerpo y cuerpo que ocupaban el camino principal, manchando sus botas de sangre, pero eso era lo mínimo.

Hank no se movía, ¿estaba muerto? debía de fijarse si estaba bien.

El mercenario sintió un tacto sobre su hombro, eso le despertó, joder, se había desconectado por unos minutos.

Giro lentamente su cabeza, y lo primero que se encontró fue la cara de Deimos, fijándose en sus facciones, en especial era sonrisa nerviosa que tenía, adornado con un cigarro humeante.

No sabía la razón, pero eso le mejoró el ánimo... La sonrisa, no el cigarro.

── Oh, si, estas vivo. ── Relajo su expresión, ya estaba comenzando a enojarse por hacer un largo viaje, solo para que su objetivo haya muerto, todo en vano.

Por suerte no fue así, y Hank respiraba.

Ambos hombres se miraron fijamente, uno más incómodo que el otro.

Ahora mismo, el mercenario se fijó en los ojos del fumador, y no mentiría, le gustaría arrancarle los orbes para quedarselos.

Otra vez, otra vez empezó a relacionar todo con violencia.

──... hombre, deja de mirarme así. ── Deimos finalmente corto ese momento, ese silencio tan incómodo y extraño.

En realidad no era raro, Hank siempre miraba así a todos, y de igual forma le seguía incomodando.

Con respecto a Hank, lógicamente no dijo nada, solamente asintió, moviendo la cabeza un poco a su costado, levemente.

Su cara completa no se veía, mucho menos sus ojos, nadie sabía que tenía en mente ese hombre. Por eso, Deimos se trago la idea de que Hank dejo de verlo, algo completamente erróneo, porque seguía y sentía esa mirada de reojo en él.

Viendo a Deimos por más tiempo, esa sonrisa, esos ojos, le hizo darse cuenta... que no le importaba en absoluto y nada cambiaba dentro de él.

Pero algo hizo, le mejoró el día... Bueno, no, el día seguia siendo una mierda, ese momento fue solamente un pequeño rayo de luz entre toda la oscuridad carmesí de Nevada.

Pero significaba mucho.

Y si no entendía, mucho menos quería saber el porque.

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Perdón por esto ☹

Feeling stupid ⨾ [Hankmos] ‧₊˚ ͙๑  ͙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora