Capitulo 25

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-Dame el bate - extendí mi mano y se lo quité de las suyas - Buen chico.

-Si nos matas - empezó Tyler - Layla no querrá saber nada de ti.

-¿Crees que no sé como esconder cuatro cadáveres? Mientras tu te dedicabas a comérte los mocos yo enterraba a mis víctimas.

El cuerpo de Matt entró en tensión y empezó a temblar.

-Deja que nos vayamos y ya está todo arreglado Justin - consiguió articular Matt.

Puse mi pistola en su sien y lo miré de arriba a bajo. No estaba dispuesto a metérme en líos por aquella tontería.

-Es una 9 milímetros. Podría dejárte sin un brazo o una pierna.

-No hace falta, no hace falta. Creo que hemos aprendido la lección - dijo Tyler a mis espaldas.

-¡Como tú o uno de tus amiguitos se vuelva a acercar a ésta casa - empecé - te volaré la cabeza de un balazo! - miré a cada uno de los otros chicos - ¿Entendido?

-S-si - articularon cada uno.

-Muy bien - me dirigí hacia la puerta sin quitárles el ojo de encima - Sabéis que tenéis las de perder si se lo contáis a alguien, cuatro tipos armados con bates de béisbol nunca han pretendido nada bueno.

Me apoyé contra la puerta mientras ellos me miraban. Sonreí maliciosamente e hice girar el bate dos o tres veces.

-Puedes quedártelo - tembló Matt mientras seguía con las manos en alto.

-Tyler, no me esperaba esto de ti. Que bajo has caído. Largáos de aquí antes de que me cabree - hice un movimiento con la pistola para invitárles a que se fueran.

Matt, Tyler y los otros dos chicos se subieron a un coche de los que estában aparcados en la calle y se marcharon. Bajé la pistola y la guardé de nuevo en mi chaqueta en cuanto desapareció el coche en la distancia.

-Hijos de puta - abrí la puerta y empecé a subir las escaleras hasta el loft - Intentar atacarme a plena luz del día. A mi, Justin Bieber.

Hice girar la llave dentro de la cerradura mientras contemplaba el bate una vez más.

-Kate! Ryan! No os váis a creer lo que me acaba de pasar - nadie respondió a mis gritos - ¿Kate? ¿Ryan? - repetí.

-Aquí - oí la voz de Kate en la cocina.

-¿Dónde estás? - no ví a nadie en la cocina.

-Aquí abajo - escuché debajo de mi.

-¿Kate? - me agaché - ¿Qué haces ahí abajo?

-Cuando salí a recoger el correo - dijo entre sollozos - Cuatro tíos con bates de béisbol empezaron a preguntárme por tí.

-¿Qué te han hecho? - la estreché entre mis brazos.

-Si hubiera tenido una maldita pistola en las manos no podrían contárlo.

-¿Qué te han hecho? Cuéntamelo.

-Solo me han cogido por las muñecas y me han pegado un par de puñetazos antes de que me escapara y volviera a entrar en casa - se secó las lágrimas con sus manos.

-Venga, salgámos de aquí abajo - la cogí de la mano y salimos de debajo de la mesa.

El labio inferior de Kate estaba sangrándo y tenía los ojos hinchados y rojos de llorar.

-Iré a buscar el botiquín, siéntate en la mesa - ordené.

Cogí el botiquín del baño y volví a la cocina. La morena me había hecho caso y se había sentado sobre la mesa, de cara al resto del salón. Abrí el botiquín sobre y saqué un poco de desinfectante y gasas.

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