Maya
Estaba en mi casa tumbada en la cama, era domingo.
Desde el día que me acerque a esa casa Gael me miraba preocupado, entiendo que me quiera proteger pero no tendría que preocuparse tanto por mí, solo es un vecino.
Me puse los cascos y traitor comenzó a sonar, me puse a cantar cuando abrieron la puerta de mi habitación y vi a mi madre.—Pero que es esto? un vertedero? limpia tu habitación, Maya.—mi madre comenzó a coger ropa del suelo.
—Si tanto te molesta que mi habitación este echa una mierda, es simple, no entres!—le dije mientras me quitaba los cascos.
—Cállate y ordena tu cuarto. —Mi madre salió de la habitación y me dejo sola pero me sonó el móvil y fu a revisarlo cuando vi un mensaje de Lydia.
"Hola, te apetece ir a tomar algo?"
Sonreí al móvil y le dije que si.
Cogí unos tejanos y una blusa blanca, en teoría estaba castigada así que salte por la ventana, era una casa bajita así que no me hice daño pero al bajar choque con alguien.
—Oh, lo siento estaba bajando por la ventana y no te vi, vecino.
—¿Estas bien? ¿A quien se le ocurre saltar por la ventana?—Steve me miro con un toque de gracia en su mirada.
—Estoy bien, me sentí peor cuando me cerraste la puerta en las narices. —Sonreí irónicamente.
—Ah, si. Perdona no tenia un buen día. Casi nunca los tengo pero ayer fue el peor de todos. —El hizo una mueca con su boca. — Lo siento.
—Tranquilo, empecemos de nuevo. Hola, me llamo Maya Dachs, es un placer, vecino. —Le di mi mano en forma de saludo y la cogió apretándola mientras la movía.
—Hola, soy Steve Robinson. Vas a algún lado?
—Ah, si. Ya nos veremos Steve.
Sali corriendo de allí dejando al chico plantado, primero me miro y luego giro su vista hacia el bosque.
Entré a la cafetería y me senté en una mesa. Cogí el móvil y miré Snapchat mientras esperaba a Lydia. Cinco minutos tarde, vi a una chica pelirroja entrar, llevaba un moño y pequeños mechones salían de el. Llevaba una falda y una chaqueta tejana. Unos grandes aros colgaban de sus orejas, vi su pequeño tatuaje en la muñeca, era una corona. Alzo su visa y me miro, sonrió y me saludo con la mano, vino hacia la mesa corriendo y sentó delante mío.
—Hola, Lydia. Que tal? —Guarde el móvil en el bolsillo— Me alegro que me hayas escrito para salir.
—Eres mi amiga, no hay problema. Me gusta pasar tiempo contigo. —Sonrió y yo le devolví la sonrisa.
—He visto el tatuaje de tu muñeca. Por que esa corona? No digo que no me guste, me encanta pero soy muy curiosa y pues, mejor me callo. —La mire nerviosa.
—Tranquila, me lo hice porque bueno... es una larga historia. —Ella desvió la mirad.
—Tengo tiempo, bueno si no quieres contarlo no lo hagas. —Yo la mire.
—Tranquila. —Ella asintió y me miro— Te lo voy a resumir. Los tatuajes con exs que luego no puedes borrar.
—Mmm... —Hice una mueca de asco— Que mierda. ¿El laser?
—Demasiado caro. —Ella alzó las cejas.
Escuche la campana de la puerta. Mire hacia la puerta mientras Lydia se ponía labial, y le vi. Tenia el pelo revuelto, pequeñas gotas de sudor bajaban por su nuca. Tengo que admitir que lo conocía de ¿2 minutos? Aun así se me hacia bastante atractivo. De pequeña siempre quise tener un vecino guapo. Roce mi rodilla con la de Lydia por debajo de la mesa aposta, ella se quejo al principio pero luego noto que miraba a alguien y se giro como la niña del exorcista. Steve se sentó en la barra y pidió café. ¿Qué mierda hacia en el mismo bar donde yo estaba? No tenia ni idea pero no se había dado cuenta de que yo estaba allí. Tampoco es que nos conociéramos de toda la vida pero yo siempre he saludado a mis vecinos, no se.