One Shots Chris Evans//Sebastian Stan

August (Chris Evans)

Hacía tiempo en que no me sentía muy bien, parejas amorosas caminaban frente a mí detrás del centro comercial, el estacionamiento estaba repleto de ellas, riendo con una caja de palomitas.

Fruncí mi ceño, odiaba con toda mi alma el verano, no sólo por el extremo calor sino porque todas esas felices parejas venían al cine a disfrutar de la temporada vacacional.

Habían pasado más de cuatro años desde que terminé mi última relación, la cual me dejó totalmente destruida y poco a poco fui recuperando mis piezas sin importar que las colocara de una manera equivocada.
Estaba sentada en una banca, comiendo palomitas, sola, vi como alguien se acercó sonriendo.

Alto, guapo, piel blanca, ojos café oscuro y pestañas bien definidas, sonriendo se sentó al lado mío y me robó un par de palomitas.

Giré molesta y este no tardo en reír ligeramente, de cerca era aún más guapo, sus penetrantes ojos no dejaban de mirarme así que le devolví la sonrisa. Me acerqué a él y le ofrecí más palomitas.

—Chris—Murmuró—Mi nombre es Chris Evans. Pero puedes llamarme a este número—Me entregó un pedazo de papel con un par de dígitos, sonreí y lo metí entre los bolsillos de mis jeans.

Se levantó y lo vi alejarse, por primera vez, un hombre me había hecho sonreír con sólo mirar su fina y bien moldeada sonrisa.

No dude en correr hasta mi auto, saqué mi celular y guarde el número, le mande un mensaje y éste de inmediato respondió.

August.
Hola, soy la chica que conociste detrás del centro comercial.

Chris.
Veo que si hiciste bien. ¿Qué tal el día, huh?

August.
Tal vez sí, tal vez no. Un poco aburrido, odio el verano. ¿Y el tuyo?

Chris leyó rápidamente mi mensaje, segundos después ya aparecía su nombre en mi pantalla solicitando una llamada.
La acepté.

—De hecho—Habló siguiendo el hilo de la conversación—Tú alegraste mi día, con tus bellos ojos cafés y aquel cabello rubio.

Maldito seas, Chris.

—¿Sabes?—Dije segura de mí misma—Tal vez también llegaste a alegrar el mío.

Escuché aquella risita de nuevo, sonreí aunque sabía que no podía verme, seguimos hablando hasta que dieron las cuatro am, decidimos terminar la llamada y seguir hablando a través de audios y mensajes de texto.

Habíamos quedado de vernos detrás del centro comercial, justo donde nos conocimos, para ir al cine y disfrutar de una buena película y más tarde un poco de café.

Después de mi ruptura con Sebastian, empecé a sentirme realmente mal, estaba deprimida y me sentía perdida, no salí de casa por mucho tiempo. Lo peor, es que seguía viéndolo en la escuela, él estaba sonriente como si no me hubiese destrozado el alma y robado las ganas de seguir creyendo en el amor.

Sentía que estaba bajo tierra, enterrada en un fino ataúd con finas ropas, como si a Sebastian no le importase en lo absoluto que yo hubiese estado ahí abajo con tierra y probablemente con bichos.

Pero apareció Chris, el maldito Chris Evans.

Al día siguiente, me levanté temprano para hacer mis deberes y poder ir con aquel bello hombre, cuando salí de la ducha escogí un vestido rosa pastel, unos mocasines cafés, até mi cabello en una media coleta y apliqué poco maquillaje y brillo labial.

Bajé las escaleras emocionada, mis padres me miraron confundidos y escuché que mi madre decía¨Saldrá con el chico que habló hasta la madrugada¨ y mi padre decía ¨No la habíamos visto tan alegre desde que salió con Stan¨.

Miré la pantalla de mi cellar y eran las 16:40 pm, la hora acordada era a las 17:00 pm, el centro comercial estaba a diez minutos de mi casa, así que decidí salir ya.

Abrí la puerta, no sin antes despedirme de mis padres, solté un gran suspiro y salí.
Me dirigí a mi auto, manejé hasta el estacionamiento, lo vi sentado en aquella banca y sonreí.

Bajé de mi auto, lo cerré y me acerqué a él.

—Te ves más guapo que ayer—Murmuré sin pena ni medo, no importaba nada, estaba dispuesta a arriesgarme sin miedo y preocupación de que me fuese a pasar lo mismo que con Sebastian Stan.

—Y tú, luces como una princesa—Frotó su pulgar en mi mejilla izquierda, de inmediato me sonrojé—Andando, vayamos al cine para poder ver la película y comprar palomitas a tiempo.

Sonreí, caminamos hasta llegar dentro del centro comercial, subimos por las escaleras eléctricas y este subió un escalón más, levante la mirada y este sonrió.
No me podía resistir a tal belleza, recargué mi cabeza en su pecho y este no tardo en abrazarme.

(...)

Los días pasaron, semanas también y mi verano, estaba siendo el mejor. Chris apareció para hacerme sentir lo que realmente era el amor, sus finos besos me hacían sentir en las nubes.

Mis ganas de verlo hasta los fines de semana eran inauditas e indescriptibles, esta vez iríamos a la playa, el aire con olor a sal del mar era perfecto para nuestra pequeña cita.

Agosto estaba a nada de acabar, sólo unos días más y estaríamos en Septiembre, aunque, el estarnos viendo sólo los sábados era poco, quería pedir más... Pero no podía.

Estaba segura de que tarde o temprano perdería algo que no es mío, Chris se siente como si no me perteneciera. Sentir sus labios en mi cuello, enredados entre las sábanas, preguntándome si estoy segura y respondiéndole que nunca lo había hecho antes, todas esas sensaciones me hacían sentir insegura acerca de lo que teníamos.

¿Era bueno? ¿Vernos sólo los fines de semana y detrás del centro comercial? ¿Viviendo con la esperanza de que no nos encontraran? ¿Era sano?

—¿Estás disfrutando la playa, August?—Sonreí, miré el cielo y las nubes cubrían por momentos al Sol, tarde o temprano se desataría una tormenta y nuestro día de playa se acabaría.

—Claro aunque pronto terminará—Respondí un poco desanimada. James se acercó y me besó, se quitó la playera y recostó boca abajo en la arena, observé su fina y tersa piel, desearía poder escribir mi nombre en ella.

Después de una tarde, Chris me llevó de vuelta a casa, estaba en mi habitación, esperando su mensaje, el cual nunca apareció.

Acabó agosto, así como lo que tenía con él. Agosto se terminó como si fuera una botella de vino.

Chris y yo terminamos, pero no era mío.

Aún sigo creyendo que me llamará, algún día, a terminar esta historia de amor de verano.