12. ¿Un destino inevitable?

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Temari sostenía una tabla de piedra en su mano y leía lo escrito en esta. Desde hace cuatro días no recibía ninguna clase, ya que debía pasar todo el día encerrada para asegurar que no se escape. Si ella lo pedía le traerían algún escrito o comida; sin embargo, se sentía más sola que de costumbre. Extrañaba hablar con sus profesores o recorrer el palacio. Nunca antes estuvo bajo encierro, quien sí pasaba por eso a diario era Gaara; quizá ahora lo comprendía un poco mejor, pero incluso en esta situación ella se sentía privilegiada.

Hace años comenzó a enseñarle a Gaara cómo escribir y leer, puesto que sabía hablar, mas no la manera en que se escribían aquellas palabras que decía. Sospechó que alguien le enseñó a hablar, supuso que fue por pena. De tener más tiempo le pudo enseñar muchísimas otras cosas; aunque le había pedido que mantenga en secreto aquello, ya que su padre no consentía la idea de instruirlo en lo más mínimo.

Gaara solo tiene un propósito: ser el recipiente de Shukaku, así que no hay razón para educarlo —Rasa le había respondido hace años atrás.

Supo que no conseguiría convencerlo, así que a sus espaldas lo educaba. Era increíble que cosas que una sirenita sabía, él desconocía por completo. En un comienzo su escritura fue bastante torpe y se asemejaba a garabatos, pero con práctica tomaron mejor forma.

Kankuro en alguna ocasión se ofreció a ayudarle, mas tuvo que rechazarlo a sabiendas de que su hermano pasaba muy poco tiempo en el palacio. Él todos los días salía a primera hora a entrenar y regresaba agotado al final de la tarde. Así que lo mejor era que esta tarea la hiciera sola.

Temari a veces quiso odiar a su padre por la manera en que trataba a Gaara, pero los recuerdos de un pasado donde él era diferente se lo impedían. Todos en su familia fueron felices hasta que su madre falleció, ahí se quebró esa bella familia. Su padre cambió, se volvió distante y más temperamental; aunque la gota que colmó el océano fue enterarse de la existencia de Gaara.

Temari.

Kankuro estaba usando la comunicación mental; si bien solo los separaba un muro entre ambos cuartos, ninguno podía trasladarse a donde estaba el otro. Los últimos días estuvieron comunicándose de esa manera.

¿Sucede algo? —preguntó ella sin quitar la mirada de lo que estaba leyendo.

Escuché a un guardia decir que papá vendrá dentro de un rato —él le informó.

Kankuro tenía suficiente descaro como para espiar conversaciones, pero ella no porque era la princesa heredera y sin importar qué, mantendría su dignidad.

¿Qué crees que quiera de nosotros?

Una puerta sonó no muy lejos de ellos.

Creo que ya llegó —Kankuro no respondió a su pregunta y a partir de ahí se quedó callado.

Las puertas de la habitación de Temari se abrieron, revelando aquel coral que su padre hizo crecer con la maia de su tridente. Desde dentro del cuarto y a puerta cerrada no era visible; excepto cuando abrías la puerta y te percatabas del resistente coral que se alzaba frente a esta. También en sus ventanas se alzaba el mismo coral, el cual Kankuro intento romper hace un par de días dañando su tridente en el proceso.

Temari, como futura heredera debes ser sensata —la saludó su padre con una expresión seria—; si sabes dónde está Gaara tienes que decírmelo, piensa en el bien de Marelia.

No tengo idea de dónde está —le contestó de manera tajante, anhelando que su padre se resigne y la deje continuar con su lectura.

Supongo por tu tranquilidad, que como mínimo él vive —el disgusto en la voz de Rasa delataba el poco o nulo afecto que tenía hacia Gaara—. En caso de que Gaara fuera capturado por los hombres pulpo, tus esfuerzos por no delatarlo nos llevarán a la ruina y a su muerte.

Sueño egoísta (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora