Bien podría haber sido una mañana cualquiera, pero no, hoy sería mi primer día en un lugar desconocido: la preparatoria. Es de suponer que pasé la noche dando vueltas en la cama, llena de nervios por mi primer día de escuela; el primer día de mi primer semestre, supongo que será divertido ¿o no?
Salí de la cama y me preparé como de costumbre, estaba lista para irme una hora antes de la hora de entrada; estaba sumamente nerviosa puesto que sabía que sería difícil encontrar a alguien que ya conociera o tal vez lo vería a él... quien sabe. Mi madre me vio, acababa de despertarse.
-¿Ya estas lista?- preguntó algo adormilada.
-Sí.
-¿Ya desayunaste?- se frotó la frente y tapó un bostezo con su mano.
-Sip, un poco de cereal.
-¿Te irás tan pronto a la escuela?- se fue a la cocina, se veía más despierta.
-Mmm... Aún no.
-Entonces puedes ir recogiendo tu cuarto y ¿podrías levantar a tu hermano?
-¡Levántate enano!- grité tocando la puerta del cuardo de mi hermano, tiró una almohada a la puerta y gruñó.- ¡Ya es tarde niño! Acuérdate que te tienes que bañar.- me dirigí a la cocina y paré en el puerta.- Listo, ahora tengo que irme.
-Esta bien, pude haberlo levantado yo en ese caso. Te cuidas, que te vaya bien.- me besó en la mejilla y me abrazó.
-Oki, hasta la tarde.
Llegué hasta la puerta, sonará demasiado exagerado pero mi estomago comenzó a revolverse, los nervios se convirtieron en nauseas, por suerte lo del cereal era mentira, la idea de llegar a ese lugar un tanto desconocido era algo aterradora puesto que no conocía a nadie y la idea de intentar adaptarme de nuevo no era algo muy... por decir así, alentador. Abrí la puerta y comencé mi camino a la preparatoria. Los nervios fueron creciendo y la poca confianza que tenía se fue desvaneciendo a cada paso; mis pasos se acortaron y en más de una ocasión intenté regresar a casa como un pequeño infante asustado por su primer día en el jardín de niños, necesitaba un abrazo de mi madre y sí ya estoy grande para esas cosas per un poco de apoyo no esta nada mal nunca.
Justo una cuadra antes de llegar a mi destino mi estómago se retorció hasta volverse un nudo, sentía unas nauseas insoportables al ver a tantos adolescentes fuera de la preparatoria; unos reían, otros se saludaban, se podía ver el grupito de huecas y el de los idiotas, ah ya divisé a los frikkis. Oh preparatoria, quizá sea como un espectáculo de circo; habrá que ver si seré parte del show o solo parte del público. Mientras estos pensamientos colmaban mi mente escuché una voz bastante familiar gritar mi nombre, perdida entre el mar de gente vi agitarse una mano y logré reconocer entonces la voz, era Melissa, una ex-compañera de secundaria. Me preparé para recibirla con una gran sonrisa al ver que se acercaba.
-Hola, Mel. ¡Cuánto tiempo!- De seguro menos de dos meses, pero qué importa, esa es la manera en la que esperaba ser recibida.
-Hola, Dash. Lo sé, el timpo vuela. Apenas ayer éramos un par de niñas en una secundaria y ahora somos un par de señoritas en la preparatoria.- Suspiró, estaba emocionada al parecer.
-Jaja. ¿Niñas? Habla por ti.
-Oye, calla. Eres más vieja que yo.
-Oh, perdona, pequeño embrión, feto a medio desarrollar.
-Ya pues. Tu entiendes a lo que me refiero. ¿No extrañas la secundaria?- Oh claro que la extrañaba, gente estúpida, rumores, chicos idiotas y sentirme como un descendiente de Jar Jar; claro que extrañaba todo eso.
-Jaja, bueno, tal vez un poco.- Mentir es un poco más fácil que explicar el porqué de las cosas. Sonó el timbre, hora de entrar y conocer a gente que probablemente termine odiando. Es hora de comenzar con la táctica fantasma que consiste en pasar desapercibida.- Es hora de irme Mel, ni siquiera sé en qué salón estoy o que clase me toca.
-Esta bien, cuídate. ¿Te veo después?
-Si no me desmayo, sí.
-Qué graciosa.
-Jaja, lo sé, seré comediante algún día.- Me despedí de ella con un gesto de mano y di media vuelta para dirigirme hacía la pared donde había un tablero con las listas de alumnos y horarios de clase con aula asignada. Tardé un poco para encontrar a mi grupo puesto que ni siquiera conocia las instalaciones. Llegué a un salón medio vacío, había un maestro y un grupito de chicas sentadas al frente hablando; entré despacio y me senté al final de la primera fila, hasta ahora la táctica fantasma funcionaba.
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Dasha.
Teen FictionDasha. Una chica promedio de dieciséis. Buena alumna, tímida y usualmente callada. Normal, hasta que te haces su amigo y le conoces de verdad. A veces impulsiva, distante o distraída. Bastante rara, pero en este mundo ¿quién es normal? Primer seme...