Único

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Vida perfecta, casa perfecta, esposo correcto, si, todo eso caracterizaba a Park Jimin. Era amado pero a su vez odiado por la “Perfección” que le rodeaba.

Todos veían lo que él dejaba ver, más nadie se preocupaba en ir más allá de esa dulce imagen que mostraba. Nadie se molestaba en preguntarle si estaba bien, no. Todos solo le buscaban cuando necesitaban algo o debían usarlo a su conveniencia, así como un títere.

Tecleo una vez más en el celular y lo guardo en su bolsillo delantero. Se vio en el espejo y acomodo sus brillantes y risados cabellos castaños deteniendo sus ojos en aquel anillo que brillaba con burla en su dedo anular. Aquel que había sellado su destino desde hace un año atrás.

Dejo que un pequeño suspiro abandonará sus rosados labios y posó una sonrisa cuando la puerta de la habitación matrimonial fue abierta.

—Cariño, tus padres ya llegaron.

—Esta bien, en un momento voy.

Trago grueso cuando aquel hombre que se hacía llamar su esposo se acercó y le rodeó con su cuerpo dejando su espalda pegada al tocador.

—Te miras precioso está noche — la mano de él tocó la mejilla de Jimin haciéndole estremecer —Nunca me cansaré de repetirte lo precioso que eres.

—Gracias — ladeó su rostro ensanchando sus labios mostrandose así sus dientes —¿Vamos?

Intento caminar pero su esposo le detuvo para poder besarlo, trato de corresponder aquel demandante beso pero no pudo así que simplemente se dejó hacer.

—Vamos — Hanseok le tomo de la mano y bajaron a la primer planta yendo directamente al comedor en donde estaban sus padres.

Antes de entrar al gran salón desvío su mirada hacia uno de los corredores que se encontraban oscuros debido a la poca iluminación que había en la casa al ser de noche, hizo una mueca cuando el sentimiento de ser acechado por algo, o más bien alguien, le hizo temblar.

Entrecerró sus ojos tratando de busca algo fuera de lo normal pero nada. No había nadie en ese lugar.

—Al fin llegan cariño, ¿Por qué tardaron? — cuestiono la señora Park dirigiéndose a Hanseo ignorando completamente a su hijo.

—Por nada en específico, señora Park — movió la silla para que Jimin pudiera sentarse quedando su perfil derecho hacía su esposo y luego imito su acción.

En la mesa se encontraba ya servida la cena en “honor” a la señora Park ya que ese día celebraban su cumpleaños.

—Ya veo — asintió no muy conforme con la respuesta, digamos que a dicha mujer le gustaba saber absolutamente todo. Esta vez dirigió su atención a su hijo que se encontraba entretenido jugando con los bordes de una servilleta —¿Acaso no piensas decir algo?

Alzo sus ojos encontrándose con los duros de la mujer, se contuvo de hacer una mueca y se mantuvo neutro, nada ganaba alterandose.

—Feliz cumpleaños, mamá.

—Dios, ni pareciera que te diera alegría tenerme aquí en este día tan especial — respiro contando hasta diez —Es más, tal parece que tu esposo está más feliz de tenernos aquí y eso que no soy su madre, ¿Por qué no eres como él? —Sonrió. No iba a llorar.

Apretó sus puños sobre sus piernas y no contesto, no iba a comenzar una pelea por mucho que ella le hiciera ese tipo de comentarios, no le daría el gusto.

Su padre comenzó una plática contando lo último que había sucedido en la empresa, desde los nuevos tratos hasta las ganancias que iban en aumento, claro, todo había mejorado desde que él se casó con Hanseok, si no, ya estarían en la ruina.

Nothing is what it seems 彡 O.S KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora