Capítulo uno.

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Zhongli supo a la perfección que ya no se encontraban en Liyue cuando el sol desapareció entre neblina y enormes nubes grisáceas. La brisa de altamar que antes despejaba su rostro del más mínimo cabello oscuro ya no resultaba tan vigorizante como resultó horas atrás. Se había transformado en una ventisca que asaltaba violentamente el calor entre sus ropas, provocándole un estado tan vulnerable que se veía obligado a envolver su cuerpo con sus propios brazos en un intento de apaciguar los involuntarios temblores que desarrollaba en un intento de no morir de hipotermia.

Parecía ser que la vida en Snezhnaya era más cruda de lo que había anticipado.

En ese momento, se arrepentía enormemente de haberle restado importancia al asunto cuando su acompañante le insistía con fervor acerca de las temperaturas bajo cero de su tierra natal. Recordó las innumerables negaciones que respondió ante los ofrecimientos del menor por comprarle ropa nueva que le ayudara a resistir el frío, recordando posteriormente las reprimendas del contrario por obstinarse a no escucharlo.

Zhongli realmente hubiese deseado hacerle caso, pues ahora estaba pagando dichas consecuencias entre tiritones y un deseo egoísta por volver a su hogar.

Sin embargo, dichas intenciones tan individualistas se esfumaron de su cabeza en cuanto ambos adultos abandonaron el barco que habían abordado varias horas atrás. Al momento de admirar cuando Nobile se deshace de la afelpada capucha que poseía su enorme abrigo, deslumbrándose con los blancos y eternos paisajes de su tierra natal con un brillo especial apoderándose de sus ojos, Zhongli agradeció enormemente poder acompañar al menor hasta su verdadero hogar. Era una mirada que nunca antes había apreciado, una que dejaba en total evidencia la alegría que solamente la frialdad de sus tierras era capaz de brindarle.

Zhongli sintió algo de lástima por el menor, pues sabía perfectamente que sus ocupaciones como Heraldo Fatui lo mantenían alejado de Snezhnaya, y por sobre todo, de su familia. Aquella de la cual habían compartido horas de plática con el corazón de Nobile latiendo desenfrenado en puro amor y fascinación por sus hermanos menores.

La violenta ventisca de altamar se detuvo en cuanto se adentraron tan sólo unos metros en las calles de tan gélida región. En su lugar, la lluvia cristalizada que descendía desde las nubes les brindaba un hermoso espectáculo entre copos de nieve tan pequeños que resultaban casi imperceptibles. Pese a ello, resaltaban con fragilidad e inmensa belleza entre los anaranjados cabellos pertenecientes al más joven.

Ante la insistente mirada ensimismada que Nobile sentía sobre él, volteó hacia Zhongli para preguntarle si todo iba bien. No obstante, se vio interrumpido ante la inevitable tentación de risa que le provocó la escena del contrario abrazándose a sí mismo para sobrevivir a la frialdad de Snezhnaya.

Zhongli sintió como si toda la calidez del ambiente hubiese vuelto de tan sólo observar la brillante sonrisa que adorna el rostro contrario.

—Aunque sea menor deberías empezar a escucharme, ¿sabes? —dijo entre suaves carcajadas mientras se acercaba al adverso. Tomó entre sus manos resguardadas bajo unos guantes el rostro de su mayor, admirando el leve tono rojizo que se había apoderado de sus mejillas frente a las bajas temperaturas.

Zhongli frunció el ceño con sorna.

—Supongo que tenías razón.

Al contrario de como ocurría usualmente, Nobile no le sonrió con aires de grandeza ante su resignación de haberse equivocado. Sin emitir palabra alguna, se deshizo de la voluminosa bufanda color burdeo que rodeaba su cuello y dejó que cuidadosamente abrigara al adverso. Le dio un par de vueltas producto de lo extensa que era hasta que los labios de Zhongli estuvieran cubiertos bajo su tela, así mismo con su nariz que ya poseía una roja tonalidad.

Bajo la Nieve de Snezhnaya ➳ ZhongChi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora