¿Qué es la felicidad?

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20 de Diciembre. Para la mayoría de las personas de todo el mundo podría ser tratada como una fecha normal, una día más del calendario. Pero para una de las familias más importante de Japón no.

Aquel día nació Akashi Seijuuro, el primer hijo de la noble familia Akashi.

Desde los primeros minutos de su nacimiento ya fue tratado con todos  los privilegios posibles, recibiendo atención por parte de los médicos de forma inmediata a penas nació, permaneciendo en una sala privada donde no pudiera contraer alguna enfermedad al estar en contacto con otros bebés y luego llevado a los brazos de su madre con suma delicadeza para estar protegido con ella entre su cálido pecho.

Su padre a pesar de tener en frente la imagen más tierna que podría presenciar, la  de una madre con su hijo recién nacido abrazado con dulzura a su pecho  y con una sonrisa reflejada en su rostro; solo permanecía en silencio, cruzado de brazos como si se tratara de solamente un espectador más de la escena. Lo único que diferente en él era el hecho de que no apartaba la mirada de su hijo. Por su mente solo un pensamiento de suma importancia para la familia Akashi se hacía presente.

“La victoria es lo único que debes conocer más que nada, lo demás no importa”

Desde muy pequeño fue sometido a una educación bastante estricta. Tenía que destacar más que los otros, lo cual no fue un problema ya que podía desarrollar cada actividad sin algún tipo de esfuerzo. Desde el momento de su nacimiento no hubo persona más severa que su padre, fue obligado a tener éxito en todo lo que hacía o hiciera.

Cuando llego a cumplir los 5 años de edad comenzó con su educación especial para niños prodigio. O más bien, superdotados.

Tenía profesores individuales para cada asignatura; matemáticas, japonés, caligrafía, idiomas, lecciones de piano, de violín…

 A medida que dominaba cada una de ellas se le sumaban más. Cualquier adulto hubiera renunciado a tantas actividades predispuestas para solo un día, pero el joven Akashi no lo hizo. Siguió con sus lecciones como si nada.

Nada de esto fue realmente querido por él. Entre tantas actividades que realizaba al día, no tenía un solo momento de descanso.

“Ser el mejor es prioridad”

A medida que se sumergía en un mar de responsabilidades tan obscuro como la misma noche, o incluso aún peor. Entre aquel manto negro que le abrumaba siempre aparecía su madre. La luz que iluminaba sus días y le daba el pequeño impulso de seguir soportando cada prueba dispuesta por su padre.

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- Vamos cariño, déjalo jugar basket.-

- Mi respuesta es no. No lo considero productivo para su educación.-

- Aunque sea solo en sus momentos libres…-

- Ya conoces la respuesta. –

- ¿Y qué tal si llega a ser bueno en ese deporte? Pienso que…-

- Jamás perdería…Esta bien, pero solo en sus ratos libres.-

- Gracias cariño.-

“Pienso que podría llegar a divertirse estando con otros niños” Fue lo que en realidad quiso decir la Sra. Akashi. Pero como era de esperarse, para el padre del pequeño pelirrojo solo importaba una cosa, la victoria.

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Gracias a las insistencias por parte de su madre pudo jugar aquel deporte. Al principio le dio un poco de pavor por el hecho de no llegar a ser bueno y con ello deshonrar a su padre. Pero cuando tuvo el balón en sus manos pudo sentir como una pequeña descarga eléctrica recorría desde sus brazos hasta sus hombros. Comenzó a driblar como si nada, con una sonrisa en su rostro. Estaba feliz.

Nada es para siempre.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora