Desperté temprano en la mañana de un martes. Pensé que sería como un día cualquiera hasta que salí de mi habitación hacia la sala de estar donde encontré a mi madre preparando las maletas, haciendo llamadas y conteniendo el llanto; todo al mismo tiempo. Mi capacidad de asombro se había reducido considerablemente, así que hice caso omiso a aquella escena trágica y me dirigí a la cocina para buscar algo de comida.
- ¡Emma!, ¡Emma, ven aquí!- Escuché a mi madre gritar con voz endeble.
Entré a su habitación y me reveló lo que era obvio.
- Nos vamos Emma, ésta vez no hay vuelta atrás, he preparado todo, partimos ésta noche.
Salí de su habitación, no quería ser parte de otra novela sacada de la televisión basura.
- Nos mudamos de la ciudad, más vale que te apresures a empacar todo lo indispensable, sólo lo indispensable.- Me detuve en seco y me volví.
- ¿De la ciudad? ¿Hablas en serio?-
Mamá solía hacer esto un par de veces al año desde que papá tuvo su cuarta recaída al alcohol; pero nunca antes habíamos salido de la ciudad, pasábamos algunos días en un hotel o en casa de mi tía Esther.
-Hablo en serio Emma, por favor empaca y no pierdas más el tiempo.
- Creo que estas exagerando, las cosas pueden arreglarse ¿acaso tienes un plan? Ni siquiera te gusta salir de casa y quieres mudarte a otra ciudad, piensa un poco las cosas.- Contesté y segundos después deseé haberme quedado callada.
Mamá rompió en llanto y salió de la casa tan rápido como pudo. Quise alcanzarla pero mi velocidad de reacción no dio para más que quedarme paralizada.
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Aquella
RomanceEsto no me hace más fuerte, me mata, me consume cada día que pasa. La extraño tanto, el mundo a perdido color. Fue mi culpa, tal vez no directamente, pero indirectamente lo fue. Estoy en ese momento en el que piensas en la cantidad de acciones que r...