Caos Arcano

Capítulo 38

Markus viajó a todo el mundo al campamento, los cuatro semidioses y el sátiro sanos y salvos. Annabeth, Thalia y Grover se estremecieron, no estaban acostumbrados a los viajes de vapor. Sus pieles estaban ligeramente mojadas por la experiencia.

"No creo que quiera viajar así de nuevo", dijo Annabeth, tratando de recomponerse. Miró a los risueños hijos de Poseidón, que estaban perfectamente secos. "¿Un poco de ayuda?" preguntó, haciendo un gesto hacia el trío.

"No lo sé. ¿Deberíamos?" Markus le preguntó a Percy mientras se reía. "Es algo gracioso".

"Sí. Tal vez deberíamos-" Percy estaba a punto de decir algo, pero se detuvo al ver las miradas furiosas de Thalia y Annabeth. Ante sus miradas combinadas, se marchitó como una flor. "Uhh, tal vez debería secarlos." Con un movimiento de su mano, toda el agua de los cuerpos del trío desapareció, dejándolos secos.

"Coño", murmuró Markus, poniendo los ojos en blanco. Luego miró al campamento y se sorprendió. "No sabía que podía nevar en el campamento", dijo, al ver la nieve en el suelo y encima de las cabañas. Markus se sentía nostálgico cuando miró a su alrededor. Los ocho meses que pasó entrenando realmente lo hicieron perder el campamento. La canoa, su camarote, sus amigos ... suspiró contento mientras seguía mirando.

Caminó con los demás hacia la Casa Grande. La escarcha cubrió la pista de los carros y los campos de fresas. Las cabañas estaban decoradas con pequeñas luces parpadeantes, como luces navideñas, excepto que parecían ser bolas de fuego real. Más luces brillaban en el bosque, y lo más extraño de todo, un fuego parpadeó en la ventana del ático de la Casa Grande, donde habitaba el Oráculo, encarcelado en un viejo cuerpo momificado.

Mientras caminaban, los demás le preguntaban a Markus sobre su viaje. Él respondió que había aprendido magia nueva, dio la vuelta al mundo un poco; cuando mencionó su viaje a Grecia, Annabeth siguió acosándolo con preguntas sobre el Partenón, en las que respondió lo mejor que pudo, y otras cosas que él hizo eso se mantuvo oculto.

Hay otra cosa que confundió a Markus y Percy. Apenas había nadie en el campamento durante el invierno. Solo los de todo el año estaban allí, los que no tenían casas a las que ir, o serían atacados demasiado por monstruos si se iban. Pero tampoco parecía haber muchos de ellos.

Charles Beckendorf de la cabaña de Hefesto avivando la fragua fuera de la armería del campamento. Los hermanos Stoll, Travis y Connor, de la cabaña de Hermes, estaban abriendo la cerradura de la tienda del campamento. Unos niños de la cabaña de Ares estaban teniendo una pelea de bolas de nieve con las ninfas del bosque en el borde del bosque. Markus notó que Clarisse no estaba cerca. Se dio cuenta de que Percy estaba bien con eso. Sin embargo, notó que Silena estaba allí y ella le sonrió alegremente cuando pasaron. Él respondió dándole un guiño al pasar.

La Casa Grande estaba decorada con hileras de bolas de fuego rojas y amarillas que calentaban el porche pero no parecían prender fuego. En el interior, las llamas crepitaban en el hogar. El aire olía a chocolate caliente. El Sr. D, el director del campamento y Chiron estaban jugando tranquilamente a las cartas en el salón.

La barba castaña de Quirón estaba más descuidada para el invierno. Su cabello rizado había crecido un poco más. Este año no se hacía pasar por profesor, así que eso significaba que podía permitirse el lujo de ser casual. Llevaba un suéter peludo con un diseño de pezuña en él, y tenía una manta en su regazo que casi ocultaba su silla de ruedas por completo.

Sonrió cuando vio al grupo caminar. "¡Percy! ¡Thalia! ¡Annabeth! ¡Grover! ¿Y Markus? Me alegro de verlos a todos de nuevo." Parpadeó al verlos entrar. "¿Supongo que la misión fue un éxito?"

"Bueno, no del todo", dijo Grover con una mirada aguda hacia Markus. Los demás hicieron lo mismo. Solo sonrió tímidamente.

"Oh, no. ¿Qué hizo Mary esta vez?" Preguntó el Sr. D con su típico acento mientras repartía sus cartas.