Epílogo (I know I love you)

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Okay, Elvis tenía razón... Era un insensato por apresurarse y besarle así de nada el mismo día de conocerle, no se arrepintió hasta que vio la expresión de susto que tenía el castaño en su linda carita. Abriendo sus ojitos oscuros en demasía. Ninguno dijo nada más y Beomgyu se perdió entre las calles hasta su hogar. Yeonjun se sintió culpable en el momento, siempre fue tan impulsivo, ¿Beomgyu le odiaría el resto de su vida? ¿Eso había sido todo, ya no se volverían a ver?

Pareció que sí cuando Choi Beomgyu desapareció en la distancia, pero el destino le tenía otra jugada lista.

Dos días después, ambos se encontraron en el mismo lugar en donde se vieron por primera vez, por alguna razón o casualidad, ambos habían llegado ahí y como si de algo mágico se tratara cuando sus ojos se encontraron, ambos sonrieron aliviados, asegurándose esta vez de mantenerse en contacto luego de separarse. El peli negro pensó que el menor se vería incómodo y hasta enojado, pero fue todo lo contrario, le sonreía con el típico carmín en sus mejillas de la vez pasada.

Llámenlo destino.

No se mentiría, desde que vio ese chico con los helados derretidos en su mano algo había hecho ¡click! dentro de su cabecita y cada segundo que pasaba a su lado le llamaba más, más y más la atención. El chico era precioso, tenía una forma adorable de expresarse y era tan dulce como un caramelito, a simple vista se podría deducir que era un niño bueno, olía divinamente y su cabello largo era suave como la misma seda que utilizaba su mamá en aquellos vestidos de gala que le encantaba, ¿Aceptaría si Yeonjun le preguntase si podría acariciarle el resto de sus días?

Algo extraño le invadió cuando se sintió tan bien luego de besarlo y era que a Yeonjun no le gustaban los chicos... Bueno para todo había una primera vez y eso era lo que menos le molestaba en estos momentos. Estaba feliz.

Después de todo que su ex novia le dejara plantado había salido bastante bien.

-¡Yeonjun!- Exclamó el pequeño, dando saltitos por el camino en medio del campus para llegar hasta el motorista.

Yeonjun le sonrió, sinceramente. Los últimos dos meses habían sido la pura maravilla y desde el primer día que el de cabello negro llegó en su característica moto roja, a Choi Beomgyu le pinchaba el mosquito de la felicidad cada vez que iba a recogerlo a la universidad. Ese día había sido el primero de una larga lista de días en los que Yeonjun le esperaba fuera de la institución.

-Hola, pequeño.- Le saludó, recibiendo el cálido abrazo que el menor le propinó, encerrando el cuello del contrario entre sus bracitos.

Sus sentidos se activaron en cuanto el olor suave se coló en sus fosas nasales, haciendo que su corazón diera tumbos contra su pecho.

-Junnie~ sabía que vendrías.- Mencionó el castaño, separándose casi con pesar, las manos de su compañero no se fueron de su cintura.

-Como todos los días, lindo.- No dejaron de sonreírse, no cuando el pecho de ambos era alimentado con esas tiernas escenas.

Tres meses pasaron volando desde que se conocieron, en los que ninguno se atrevió a dar un paso más allá. El mayor estaba muy feliz de poder corresponder los cálidos sentimientos de Beomgyu y aunque este no se lo haya dicho aún, en cada abrazo podía sentir como su corazón latía igual que el suyo, al mismo ritmo.

-¿Cómo te fue hoy? Ayer estabas muy ocupado cuando te llamé.- Mencionó Yeonjun, tomando las pertenencias del castaño para ayudarle cuando se sentara detrás de él.- ¿Tuviste examen, cierto?

El puchero que los labios de Beomgyu hicieron casi derrite toda partícula de su cuerpo, soltando un cálido suspiro entre una sonrisa tonta.

El castaño tomó su casco -suyo, sí- y asintió, el mohín en su boquita siendo prominente.- Sí, perdón. Dormí poco por prestar atención.- Se disculpó con una vocecita suave que acarició los tímpanos del peli negro.

YOU ✦ yeongyu. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora