Capítulo Único

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   Sus ojos grises miraban el reflejo que le mostraba el espejo ubicado en la habitación más recóndita del vestuario, el baño verde agua.

   Hacía tiempo había dejado de tener un valor significativo su situación, a sus 48 años había concluido tantos logros como pocos seres se jactaban de alcanzar. Era exitoso en su carrera, diestro de las habilidades más difíciles de fuerza y contaba con un pulso digno de cirujano.

   Recientemente se había unido al FBI, luego de que un viejo amigo lo contactara en busca de su ayuda.

   Escuchó más de una vez sobre el gran cambio que tomó su nuevo compañero luego de llegar a Los Santos una vez más. Aunque se mantuvo al margen durante el tiempo que pasó antes de volver a su amada Rusia.

   Pero el día que lograron verse no cayeron en el hecho evidente, luego de un abrazo tan fuerte que ahogaba y mirar sus caras, deshechas gracias al tiempo y experiencias que romperían a cualquier sentimental, encaminaron sus pasos a su salida, mientras ambos interiorizaban el amor recíproco.

   A pesar de las continuas insinuaciones y momentos incómodos, el ruso no podía llegar a sincerarse de la manera que le gustaría, se mantenía distante a los continuos coqueteos de su compañero. Quería, realmente quería dejar de ser tan cerrado y "técnico" como le decía su jefe, Horacio.

   Y es que sus inseguridades podían con él más allá de lo imaginable.

   Volvió a su espacio físico y mojó su pálido rostro, ¿cómo es que a su avanzada edad nunca había tenido una relación sentimental?, aún peor para su poca suerte e infortunio, ¿cómo es que a su avanzada edad no hubiese dado su primer beso?. A veces se olvidaba por completo del tema, su trabajo lo consumía lo suficiente como para reparar en eso; pero luego de una fría noche de la casi vacía habitación, sus pensamientos lo abrumaban nuevamente y vivir con su reciente despertar sentimental no ayudaba. Se levantaban temprano para correr a su labor, y pese a esto el moreno paseaba en poca vestimenta con la confianza que su amado físico le permitía, en horas laborales lo veía dar órdenes y regañando a sus "pollitos" por no tener el suficiente cuidado, mantenía conversaciones con otros compañeros con una nueva madurez que no había conocido en sus años mozos. Estas novedosas características, para su razón, le subían el libido como nunca antes le había pasado; pero lo peor llegaba a la tarde-noche cuando él preparaba la cena y Horacio buscaba que ver en la plataforma de streaming, luego pasaban horas riendo y hablando de los viejos tiempos, matándolo por dentro, mostrándole los gajos de lo que tanto ansiaba tener y contando con su conciencia que lo amasijaba de a poco.

   Pero no podía, no podía declararse ante quien era un muy imponente hombre, incluso con su gran altura no podía dejar de doblegarse frente al moreno, quien en ese momento hablaba por radio corroborando el paradero del ruso. Informando su retirada se cambió y manejó su camino a casa.

   Hacía ya un tiempo que barajaba la situación, es que su más reciente pesar era que el destino a su parecer los quería juntos, y él no sabía cómo jugar a favor de este.

   Participaba en momentos vergonzosos, como a la noche, cuando se encontraba besando la almohada imaginando a Horacio, en ocasiones acercaba su rostro al espejo para sentir un ápice de lo que era estar tan cerca de una persona como para obtener lo que tanto anhelaba, y a veces simplemente se encontraba viendo de más a su compañero frente a sus subordinados, encontrándose en medio de burlas de las que el moreno no estaba consciente.

   Y la tarde-noche llegaba nuevamente de la mano de su compañero de piso entrando por la puerta que daba al garaje, y como ya era común su llegada estaba acompañada de un "¿estás bien?" atinado, dado que aunque él no estuviese consciente de que era lo que afligía al ojigris, comprendía que este estaba actuando raro, y como siempre replicaba tratando de tranquilizarlo con un "Sí, estoy bien" o un simple "Estoy cansado", para seguir así con su rutina.

El Primer Beso - One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora