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Tony Stark era atractivo, realmente bien parecido, poseía una gran cantidad de cualidades que tentaban no solo al sexo opuesto. Un multimillonario, playboy, filántropo, co-lider de los vengadores, considerado uno de los hombres mas poderosos e inteligentes del planeta, Tony era más que popular.

Decir que eso no mantenía su ego por los cielos sería una mentira. Atraía a las personas, estaba bien con ello, lo disfrutaba y podía ser beneficioso.

Justo ahora, se daba cuenta alguien más había caído por él.

Tony continuó fingiendo que no se daba cuenta de la mirada de Steve, permaneció de espaldas extra concentrado en la preparación de su bebida en manos de Clint tras la barra y como pudo se guardo para si un estremecimiento. Un estremecimiento de los buenos, porque si, era Steve Rogers viéndolo. Tony realmente necesitaba controlar lo que eso le hacía a su ego.

Obviamente el rubio lo hacía sin darse cuenta, había caído sin saber ante los encantos de Tony. «El pobrecillo».

Con un trago de whisky en su mano, decidió esperar y asegurarse. Durante el resto de la noche Steve no lo decepcionó.

Al final de la fiesta, Steve todavía seguía alrededor, sabía que era por él, así que sonrió engreído y terminó de golpe lo que había en su vaso, lo relleno rápido y luego paso una mano a través de su cabello. Atravesando la sala fue al encuentro del hermoso rubio sentado en el sofá sosteniendo un vaso con soda.

—Pensé que tu serías uno de los primeros en irte.

Steve dejó el vaso en la mesilla y se puso de pie de inmediato, rascó su nuca y miró nervioso a Tony.

—Alguien tenía que supervisar al equipo de limpieza.

—Cierto. —Lo señaló.

Steve lo miró sonriendo, negó con la cabeza.

—Lo contrato Pepper, ¿no?

Se encogió de hombros y dio un paso más cerca de él.

—Supongo.

Tony tomo lugar en el sofá, miró hacia arriba y alzó una ceja antes de dar un par de golpecitos en el cojín.

El rubio se sentó al borde del sofá, espalda recta, piernas juntas, manos sobre sus rodillas. Divertido, se deslizó un poco más cerca de él.

—¿Te divertiste esta noche, Cap?

Steve lo miró nervioso, luego apartó la mirada y aclaró sonoramente su garganta.

—Bastante si.

Se acercó un poco más a él.

—Lo digo, hago las mejores fiestas.

Steve solo sonrió, aún sin mirarlo, sus mejillas con un tenue color rojo. Extendió su mano libre para colocarla sobre la de Steve, quien se quedo completamente quieto.

—¿No te molesta?

—No —dijo y negó apresuradamente, se detuvo—, ¿el qué?

Tony paseó sus dedos sobre el dorso de su mano antes de deslizarlos hacia su muñeca.

—Ah —murmuró Steve, escuchándose sin aliento— no.

—Sabes, no pude evitar notar que me miraste mucho hoy…

Steve se sonrojó violentamente.

—Umm. Yo… es, no… si, es, ¿qué?

Rió suavemente, encontrando su timidez increíblemente encantadora. Apiadándose un poco, retiró su toque. Le dio otro trago a su bebida antes de dejarla en la mesilla junto a la de Steve.

Gran ego Donde viven las historias. Descúbrelo ahora