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— ¿Qué es lo que quieres?

Preguntó el peliazul, acariciando el cabello del chico que yacía a un lado suyo. Para él siempre era divertido ver cómo esas situaciones cambian rápidamente. Podía pasar de ser obediente a ser quién daba las órdenes. Podía ser una dulzura, todo sonrojos y gemidos, pero cuando cuando los papeles se invertían se transformaba en todo lo contrario. El poder de su versatilidad era increíble.

— Que estés encima de mí.— la respuesta no tardó en llegar, al igual que su sonrisa de lado.

Rápidamente se incorporó en la cama, posicionándose sobre el cuerpo del chico, tomando su mentón con suavidad. Dejó un beso en los labios ajenos, casi cómo un roce imperceptible. Su lengua se deslizó sobre los labios del chico, delineando.— Que bonito. Ya estoy sobre tí, ¿Y ahora?

— ¿Que estás esperando? Entra. Vamos a hacerlo, por eso seguimos aquí.

Ugh. Odiaba que aquel chico pudiera decir sin ningún tipo de vergüenza lo que quería y cuando lo quería. Él solía ser una bola tímida, incluso durante el sexo. Literalmente tenían que obligarlo hasta el punto de hacerlo rogar para decir lo que quería, y ese bastardo lo decía sin siquiera comenzar. Lo odiaba.

Dejó salir un bufido de frustración, haciéndole reír al chico bajo suyo, quién sabía la razón tras su frustración. Tomó sus mejillas y las apretó, separando levemente los labios del chico para introducir su lengua y comenzar a besarlo. Sus manos bajaron con destreza por el torso desnudo del chico, delineando cada parte de los músculos en su abdomen.

Se apoyó sobre sus manos, colocándolas a cada lado de la cabeza del chico que yacía bajo suyo. Le guiñó un ojo antes de dejar que su lengua se deslizara por el cuello ajeno, lamiendo con lentitud antes de succionar y morder con fuerza. La única diferencia entre él y ese chico, era que él si podía dejar marcas a su gusto.

Y en ocasiones se odiaba por ello.

Sacudió su cabeza, alejando los pensamientos negativos para poder concentrarse en lo que era verdaderamente importante en ese momento.

Se alejó con una sonrisa cuando pudo apreciar varias marcas rojizas que luego serían violetas sobre el cuello del chico, era una obra de arte para él.— Enreda tus piernas en mi cintura, bebé.— una sonrisa se instaló en sus labios cuando su orden fue acatada.— ahora saca la lengua, quiero chupar.

El chico acató, así que inmediatamente llevó sus manos hasta las mejillas ajenas y se acercó, succionándole la lengua a su gusto, gimiendo por la sensación del piercing. Disfrutaba de la saliva de ambos mezclándose hasta crear un sonido húmedo. El beso era profundo, a la par que sus manos tiraban levemente del cabello oscuro.

— Taeyong, ¿Puedes dejarte de tonterías?

Oh, al parecer alguien estaba un poco impaciente. Eso le causaba gracia al peliazul, quién dejó salir una risa antes de asentir con tranquilidad. Llevó una de sus manos a la cadera del chico para sostenerse, alineando su miembro en la entrada del menor, introduciéndose con lentitud mientas cerraba sus ojos.

Su mano apretó el agarre que tenía sobre su cadera en el momento que entró por completo, acariciando la mejilla del chico con una sonrisa antes de inclinarse y besar sus labios. Un leve asentimiento por parte del menor le hizo entender que podía moverse.

Taeyong sonrió, moviendo su cadera hacia el frente con lentitud. Su ritmo era lento, moviéndose primero hacia adelante y luego hacia atrás. Sintió cómo el chico le jalaba por el cuello para unir sus labios en un beso desordenado, gimiendo también sobre los labios ajenos. Taeyong mordió su labio y luego lo chupó, separándose para mirarlo mejor y darle una sonrisa ladina.

You right [JaeYong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora