EL PIANO

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Mantenía su triste mirada perdida en el horizonte. Sin tan siquiera notarlo, un suspiro melancólico salió de sus labios como queriendo que volara por los cielos y llegara de alguna manera a los oídos de.... él...

A pesar de tener pocos días en La Florida, se había acostumbrado a tomar té por las mañanas en la hermosa terraza que había sido mandada a decorar especialmente para ella. La terraza era amplia, hermosamente acogedora y rodeada de rosas que la perfumaban; sin embargo ese detalle era algo que a esas alturas ya carecía de importancia para ella; pues desde hace unas semanas a la fecha, esas rosas perdían su encanto frente al recuerdo de unos perfumados narcisos.

Sin que lo pudiera evitar, de sus verdes cristales escaparon unas calladas lágrimas cuando su mirada se posó en el precioso diamante que adornaba su mano.    El brillo que despedía la deslumbrante piedra parecía ponerla más triste aún.    Sus dedos se movieron involuntariamente haciendo eco de su realidad.     Sobre su mano reposaba un ostentoso anillo de compromiso, que en un inicio había llenado de esperanza su corazón, pero ahora sencillamente le atormentaba la sola mención de la palabra "compromiso".

Las palpitaciones de su corazón comenzaron a agobiarla; el subir y bajar de su pecho denotaba que la angustia se estaba apoderando de ella. Cerró sus ojos con fuerza y se repetía una y otra vez, cual si fuera un mantra, que su decisión había sido la correcta. 

 Aunque sus ojos lloraban, ella insistía en repetir una y otra vez que su decisión era la mejor, que haría feliz a todos. «¿Acaso no era eso lo que todos deseaban?» —se decía para sí misma.

Y es que en los últimos tiempos ocurría lo mismo.     En cada charla de amigas o en cada encuentro con sus madres siempre era la misma pregunta ¿Cuándo serás feliz? ¿Cuándo dejarás ir el pasado? ¿Por qué no abres tu corazón?

Tantas veces escuchar las mismas preguntas hicieron que ella tomara aquella resolución que se supone le traería felicidad; entonces ¿por qué se sentía tan devastada si ella estaba dando ese paso que todos querían hacia esa supuesta felicidad?

Se limpió sus lágrimas y se dijo así misma que con su decisión había hecho feliz a todos... ¡a todos! y eso era lo correcto; aunque a ella se le hubiesen apagado las ganas de vivir desde que dijo "sí" a Albert.

Su té ya se había enfriado, no obstante, se lo bebió de un solo bocado para ver si así calmaba sus nervios; pero no se dio el efecto que ella esperaba. Así que hizo lo único que lograba sosegar su ansiedad. Con paso lento caminó hacia el interior de la residencia dirigiéndose hasta el piano.....aquel piano que con solo tocarlo la hacía volar, vibrar, estremecer; y sobre todo... recordar.

Agradecía al cielo que hubieran colocado un piano en esa habitación, pues, aunque ella no tocara ni una sola pieza, le gustaba la sensación de tenerlo cerca.. Sonreía con nostalgia al recordar unas viejas lecciones de piano que recibió en Escocia; y aunque tratara de olvidarlas, su mente se empeñaba en jugarle la mala pasada de traerlas de vuelta..

A pesar de no querer tocar el piano y conformarse con solo verlo de lejos; sus manos parecían no obedecerla y seguían su propio camino en dirección a las teclas. Un ligero roce en la escalera musical provocó en ella una corriente eléctrica que viajó por todo su cuerpo obligándola a recordar a una persona en particular.

Cerró sus ojos y automáticamente su mente viajó a aquella noche en la que su vida dio un vuelco enorme.


******Flashback******

—Pero Annie, yo...

—¡Candy, ya es hora de que sigas tu camino! Solo mira quien está ahí esperando por tí y tú lo has ignorado olímpicamente. Albert es joven, muy apuesto, filántropo, millonario y por si no te has dado cuenta ¡tú le gustas! Tener un pretendiente como Albert es el sueño de cualquier joven casadera de nuestra sociedad y tú ahí aferrada a un recuerdo de algo que no pudo ser. ¡Entiéndelo! ¡No pudo ser!.

MI CORAZÓN INSISTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora