Capítulo # 2

527 37 15
                                    

—¡No puedo hacerlo! —susurró Suemy con una expresión de horror dibujada en el rostro, mientras su esposo aprisiona su cuerpo con el peso del suyo.

Inmediatamente después, volvió a cubrir su boca con la suya, esta vez, obligándola a recibir su lengua. Ella permaneció con los ojos abiertos, intentando procesar lo que estaba ocurriendo. Aquello le parecía grotesco... pero... sorpresivamente placentero. Aun así, respiró aliviada cuando él se alejó unos segundos; pero tan solo fue para desatar las cintas de su camisón.

─¡No, por favor! ─exclamó llevando sus manos hasta las de él, intentando detenerle.

─No temas ─respondió él mordisqueando su oreja─. Seré gentil.


Esas palabras le confirmaron a Suemy que aquello era inevitable, su matrimonio se consumaría aquella noche. Tragó saliva y cerró los ojos cuando su esposo terminó de desatar las cintas de su camisón, abriéndolo de par en par. Él regresó a su boca luego de deleitarse con la imagen de sus pechos desnudos y fue descendiendo por su cuello, besándola, rosando la sensible piel con su lengua, hasta llegar a un pezón y tomarlo en su boca. Suemy abrió los ojos sorprendida, aquello le gustaba. Él era como un niño hambriento, iba de un seno al otro devorándola, succionando a momentos, a otros lamiendo.


─¡No puedo! ─exclamó ella de repente, escabulléndose de debajo él.


Richard la vio correr hacia la puerta y la alcanzó atrapándola por la cintura.


─Lo siento ─dijo devolviéndola a la cama─. Pero ya he esperado bastante.


─Pero ya le dije que no estoy lista ─Suemy volvió a poner sus manos contra su pecho.


Él ignoró sus palabras y volvió a besarla, esta vez, desasiéndose del camisón mientras ella forcejeaba por retenerlo. El estruendo de un rayo ensordeció a la muchacha por unos segundos, la lluvia, mezclada con escarchas de hielo se dejó sentir contra el vidrio de la ventana. El viento silbaba al mecer los secos ramajes de los árboles. Todo a su alrededor le llenaba de miedo, de angustia. Abrió los ojos cuando sintió a su esposo sobre ella, su parte más íntima rosaba la suya. Él se movía de arriba hacia abajo, haciendo que lo sintiese, que sintiese la firmeza de su deseo. De ahí en adelante se convirtió en una verdadera bestia, al menos, a los ojos de la inexperta muchacha. Pues él besaba su piel como si quisiera devorarla, besó su boca hasta dejarla sin aliento. Después sintió una de sus manos entre sus piernas, lo vio sonreír y después de depositar otro beso en sus labios, se afirmó sobre sus fuertes brazos y entró en ella despacio. La miraba a los ojos mientras lo hacía. Suemy apenas sintió una leve molestia cuando la frágil piel cedió ante su avance. Pero luego un dolor agudo se apoderó de todo su ser, jamás imagino que aquello podría doler de ese modo.


─La primera vez siempre es así ─él besó su frente.

Era un amante experto y se estaba tomando el tiempo necesario para que su cuerpo se adaptase al suyo antes de moverse. Unas lágrimas se escaparon de los ojos de Suemy y él las limpio con sus labios.


Era tierno, Suemy no podía negarlo; pero no por eso dejaba de ser un total extraño. Y aunque era su marido aquello era un ultraje. Al menos hubiera esperado que lo deseara, pensaba enojada... Pero no solo con él, sino consigo misma, con su cuerpo, que respondía involuntariamente a sus besos y caricias. Cuando Richard notó que el dolor desaparecía, se hundió un poco más dentro de ella, luego la abrazó como si quisiese que el tiempo se detuviese allí para siempre. Suemy sintió la humedad de sus lágrimas sobre sus mejillas, todo era tan extraño. ¿Por qué estaba tan emocionado de poseerla cuando eran unos desconocidos?

La Segunda EsposaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora