|| El algo más hoy se siente tan real

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Araziel

La tierra apesta.

Es el único pensamiento que mantengo estable mientras camino entre los escombros que nosotros mismo hemos provocado. No niego que me da cierta satisfacción, pero siempre hace falta algo para que el bienestar sea pleno.

El norte de Praga no es la diferencia al resto de esta cuidad: Muerte, miedo y ruinas.

Todo es maximizado, ya sea el ruido penetrante o el silencio atormentador.

Continúo caminando adentrándome entre la maleza que lleva hasta el río en busca de la recolectora. No es de aquí, la otra murió resfriada hace poco y ahora a esta le toca suplir las cuotas en esta parte de la cuidad.

Me abro paso entre las ramas que intentan amarrar mis pies y lanzarme al suelo. Cuando me harto de apartarlas, las arranco sin remordimiento.

El caudal del río ya se escucha, la calma con la que el agua sigue su cause como si el mundo no estuviera en pedazos es sencillamente admirable. El sol es otro indiferente, se yergue triunfante y cegador en el cielo brindado su luz como si no le importara nada más.

-Maldición, los mataré- Una voz chillona resuena a poca distancia - Bueno, ya están muertos. Mala mía, ¿Perdón? Como sea.

Avanzo hasta ver qué está produciendo el sonido.

No es un qué, es un quién.

La melena castaña clara, casi rubia es lo primero que veo. Es esbelta y con curvas poco pronunciadas pero que están ahí de todos modos. Tiene los brazos alzados intentando atrapar algo invisible con una raqueta gigante, los jeans que tiene puesto están repletos de porquería, el buzo violeta tiene algunos agujeros en las mangas y está desgastado, además tiene dibujado siluetas femeninas saltando con raquetas similares a la que ella utiliza ahora. Es todo lo que logro ver ya que se encuentra de espalda.

- ¡Justo donde los quería tener, hijos de puta!- grita y salta a la vez con la raqueta al aire, segundos después cae desplomada contra el suelo. Estás almas le están dando problemas.

Me acerco sigiloso hasta estar a pocos pasos de ella.

No fui lo suficientemente sigiloso.

-¡Detente, maldita demente! - le grito mientras intento cubrirme de la lluvia de piedras que me está lanzando.

- Largo, no voy a dejar que me lastimes demonio hijo de perra- me gruñe y al levantar la cara una piedra me la gira y siento como gotas de sangre amenazan con salir pero se curan casi de inmediato.

Levanto las manos en señal de rendición.

-No voy a hacerte daño- le aseguro.

-No te creo- dice haciendo malabares con dos rocas significativamente más grande que las anteriores.

La miro y los rasgos de su cara son delicados, su boca es apenas una delgada línea debido a que tiene los labios fruncidos en una mueca de desagrado. Sus cejas y pestañas son del color de su cabello y su nariz respingona parece haber sido hecha en molde.

Luego están sus ojos, son grises e intimidantes y me miran cargados de furia.

Nunca creí que una humana me intimidaria, pero esta tienen buena puntería. El dolor es fugaz pero existe de todas forma.

-Vine por eso- Señalo la bandolera que tiene atada a la cintura y su cara se trasforma.

-Oh, mierda. No sabía que eras un... - No termina la oración y opta una pose defensiva nuevamente- De todos modos, no dejaré que me hagas daño. Moriré peleando.

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⏰ Última actualización: Aug 20, 2021 ⏰

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