𝕻𝖔𝖉𝖊𝖗 - (ʟᴀ ꜱᴀɢᴀ ᴡɪɴx)

III

Este capítulo es de transición, súper cortito y solo conocemos un poquito más la manera de pensar de otros personajes. Ya en el siguiente capítulo podrán saber sobre la fiesta y todos los personajes y posibles relacionas ;)

Aclaración: Ya que tanto Terra como Flora son hadas de naturaleza, las identificaré de formas diferentes para la narración. Terra será TIERRA (ese juego de palabras ahí) y Flora será NATURALEZA.

Dicho esto, puede comenzar la lectura ❤️

TIERRA

—Venga, Ter, será divertido —Mi prima Flora estaba intentando convencerme por activa y por pasiva para ir a la fiesta.

Yo, sin embargo, no estaba tan segura. Las fiestas no eran el tipo de ambiente en el que yo me siento cómoda.

—Llevas años soñando con entrar a Alfea, Terra. Esto es Alfea: las fiestas, la gente, la magia... Tienes que abrirte a ello.

—Bueno... Podría intentarlo, pero, si no sale bien, nunca jamás.

Flora asintió feliz mientras corría por la habitación en busca de algo que ponernos.

Definitivamente tenía a la mejor prima del mundo.

MENTE

Una fiesta.

¿A quién se le había ocurrido tan brillante idea? Ah sí, a Flora.

La única razón por la que he considerado ir es por la pobre Bloom. Sus sentimientos son silenciosos pero fáciles de leer si te concentras en leerla solo a ella.

Bloom sentía un miedo profundo por ir sola a la fiesta y yo no podía permitir que se quedará sola a no ser que fuera estrictamente necesario. Así que, muy a mi pesar, comencé a arreglarme.

Fuí la que estuvo lista más pronto. Al fin y al cabo, mi look de fiesta no cambiaba mucho respecto a mi look de diario: unos jeans, una camisa sencilla y el pelo recogido en dos coletas, una a cada lado.

Precisamente por eso fuí la única que observó a Stella salir de su habitación, perfectamente arreglada. La rubia me miró por un segundo, analizando la situación.

—¿Qué haces ahí parada?

Musa quiso no activar su magia, pero le fue inevitable. Poder leer a la princesa de Solaria era un privilegio que no podía desperdiciar.

Notó en la rubia una clara curiosidad que intentaba ocultar con un falso sentimiento de hostilidad.

—Espero a las demás.

—¿Para qué? —cuestiono Stella, poniendo sus brazos en jarras. Definitivamente tenía complejo de reina.

—No sabía que te tenía que informar de todos mis movimientos, mamá.

—¿Sabes qué? Olvídalo. Adiós.

Y igual que había llegado se fue.

LUZ

El orgullo era algo que llevaba acompañándome toda la vida.

Me lo había inculcado mi madre desde muy pequeña: "Si la gente no te quiere, haz que te teman". Y, para que la gente te tema, no puedes mostrar debilidad. Por lo menos no más de la estrictamente necesaria y rigurosa.

Por eso es que dirigirme al cuarto de Sky, dispuesta a admitir que había cometido un error, se me hacía doblemente duro.

¿Estaba actuando por celos? Una pequeña parte de mí sabía que la respuesta a esa pregunta era: sí. Si Sky estaba conmigo, da igual si se acerca a Bloom o no. Sky jamás miraría a nadie más sabiendo que la tenía a ella.

Pero no era el único motivo por el que me iba a disculpar. De verdad quiero a Sky. Le necesito. Él es el único que puede ver a través de mí y que me quiere tal cual soy. Perderlo a él sería equivalente a perder mi mayor aliado.

Toqué la puerta y espere a que Sky abriera, pero quién se encontraba al otro lado era Riven, su asqueroso compañero de cuarto y que, cabe recalcar, me odia.

—¡Stella! —Fingió entusiasmo—. Pensé que ya no te volvería a ver por aquí.

—Vengo a hablar con Sky.

—Stella, haznos un favor a todos y no lo hagas. Sabes que Sky no sabe decir que no y yo estoy harto de tener que fingir que te aguanto para no hacerle sentir...

—¡SKY! —grité yo, interrumpiendole. Me importaba entre poco y nada si a él le incomodaba mi presencia.

—Pues nada, a fingir que nos llevamos bien —musitó Riven, que se escondió en su cuarto, dejándome entrar por fin.

Sky se encontraba en su habitación, preparándose. Tenía la camisa en la mano, así que su pecho estaba descubierto.

¿Eran imaginaciones mías o había estado trabajando durante el verano?

—Hola, guapo —saludé yo, besando su hombro. Noté que se estremecía, pero no de la manera que me gusta, sino de una diferente.

—Stella.

—Sky.

—¿Qué quieres?

—A ti.

—Me dejaste, Stella. —Aquí venía el reproche.

—Lo sé, y me arrepiento, ¿Vale? Estar separada de ti me ha hecho darme cuenta que no tengo que buscar nada más. Tengo todo lo que necesito aquí, en casa. Contigo.

—Que conveniente...

—Hablo en serio, Sky.

—Yo también, Stella. No quiero volver contigo. Me he dado cuenta que me va mejor sin tener que pensar constantemente en nuestra relación. Así que, si eres tan amable, me gustaría poder vestirme en paz.

Me habían rechazado pocas veces en mi vida pero tenía claro que sí no me iba las cosas se pondrían peor.

Sky solo se estaba haciendo el difícil. Con el tiempo, se ablandará.

Cómo siempre.