A veces me gusta ir a tomar café sola, siento que la única compañía que se necesita para disfrutar de la cafeína es una misma. El cielo estaba de un gris que combinaba perfecto con mi suéter negro. La lluvia, un delicioso capuchino (con lo que cualquier otra persona que no fuera yo consideraría "un exceso de canela") y "El Castillo de Cristal" me hacían compañía aquella tarde, además de la casi imperceptible campanilla que anunciaba la entrada y la salida de la clientela de la cafetería. Sonó una vez más y por el rabillo de mi ojo izquierdo, vi como la chica que recién había entrado se quitaba su abrigo empapado y se dirigía hacia mi mesa. Se sentó frente a mi. No soy del tipo de persona que odia socializar, al contrario, soy muy amigable, pero si hay algo que podría ocasionar que yo asesinara a alguien, es que me interrumpan mientras leo. Cerré mi libro y levanté la mirada, ahí estaba, frente a mi, con su cabello chino, hermoso y muy, muy esponjado y la mirada más alegre que había visto en mi vida.
-Lluvia: Hola, perdón por invadir tu mesa, me llamo lluvia.
-Ámbar: Hola, no te preocupes... Espera ¿te llamas lluvia?- sonreí y bebí el último sorbo de mi café.
-Lluvia: Si, este es el momento en el que dices "odio la lluvia"- me miró y puso los ojos en blanco.
-Ámbar: De hecho amo la lluvia, disfruto demasiado los días lluviosos-
-Lluvia: Bueno, déjame decirte que eres la primera, hasta mi cabello la odia- se pasó los dedos entre los húmedos mechones.
-Mesero: Hola, ¿qué puedo ofrecerte?-
-Lluvia: Un...- miró mi taza- dos capuchinos y unas galletas de limón, por favor-
-Mesero: Claro, en un segundo- nos sonrió a las dos y se fue.
-Ámbar: Gracias- le sonreí.
-Lluvia: ¿crees en el destino?-
-Ámbar: A veces ¿por qué?-
-Lluvia: Bueno, porque entré deseando un café muy caliente, te vi leyendo mi libro favorito y entendí que debía hablarte e intentar hacerme tu amiga, perdón por interrumpir tu lectura, por cierto-.
Me reí y la miré sonriente
-Ámbar: Mmm.. Suena muy lógico, es bueno que pidas disculpas, de no haberlo hecho te hubiera golpeado.-
-Lluvia: Yo haría lo mismo, espero algún día puedas perdonarme-
-Ámbar: Bueno, me invitaste un café, así que te perdono todo lo que quieras-
Ambas reímos
-Ámbar: así que tu libro favorito ¿eh?-
-Lluvia: Si, de verdad cambió mi vida cuando lo leí, ¿qué te parece hasta ahora?
-Ámbar: Pues es bueno, he llorado un par de veces, pero no espero que lo entiendas, soy muy sentimental con los libros-
-Lluvia: Si... No me pasa muy seguido, pero sé de qué hablas. ¿Entonces, te gusta leer?-
-Ámbar: Me atrevería a decir que más que el café-
-Lluvia: ¿lo ves? Tenía razón, necesitaba hacerme tu amiga-
-Ámbar: En ese caso, agradezco que creas en el destino -reí, crucé los brazos y comenzó a sonar mi celular, contesté.- Bueno... Si, ¿en serio?, bueno, ajá, diez minutos, bye- colgué y la miré con mucha pena- no me odies, me tengo que ir, pero ¿nos podemos ver mañana?
-Lluvia: No hay problema, más café para mi jajaja ¿a las siete, misma mesa?-
-Ámbar: Hecho, hasta mañana-
Tomé mi mochila, le besé la mejilla y salí corriendo, subí a mi carro y fui hacia mi casa, no estaba lejos, pero entre la lluvia y las continuas "modificaciones a la infraestructura urbana" el tránsito estaba imposible. Reí, no podía creer lo que acababa de suceder, encendí la radio y "People are strange" comenzó a sonar, reí aún más y, obviamente, canté a toda voz.
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Canela
RomanceTodos alguna vez conocemos a esa persona que divide nuestra vida en antes y después de conocerla. Ámbar, Lluvia, un corazón roto y un café.