Podría hablar mil maravillas de ella y aún así no serían suficientes.
La suavidad de su piel, piel que quemaba la yema de mis dedos cuando estaba con ella. Esa piel que chocaba contra la mía, húmeda de sudor pero aún así sublime. Su pecho subiendo y bajando ante la agitada respiración, su vientre suave y delicado, un cuerpo perfectamente admirable. Su rostro angelical, con ojos grandes como de caricatura y muy curiosos, su nariz pequeña y delicada, junto con sus labios carnosos, tan rojizos, que soltaban jadeos y suspiros, sonaban como melodía que se colaba en mis oídos, tanta era la adicción de provocarlos. Y aún así, cuando todo acababa no podía dejar de ver su radiante sonrisa y su mirada dulce, su risa pícara era un sonido que podía oír para siempre pero nunca cansarme. Mis manos lucían grotescas sobre su figura, sobre ella. Siempre había sido tan irreal, estar con Lucy era algo de otro mundo, rozaba la fantasía, como tocar con la punta de los dedos un pedazo de cielo y sentir la gloria recorrer el cuerpo, aunque todo lo bueno siempre acaba.
Esa noche debía irse temprano, así que sólo la abracé fuerte y asi esperamos a que fuese la hora. Sumidos en un silencio, que no era para nada incómodo, más bien cálido. Podíamos oír los lejanos ruidos de los autos y los grillos cantando esa melodía tan particular. Luego de un rato se levantó en silencio buscando su ropa en el suelo. Mientras tanto la admiraba, grabandome en la mente cada linea de su cuerpo, y no podía dejar de pensar que era demasiado perfecta. Me descubrió observándola y me dio una sonrisa sutil, la avergonzaba tanta exposición. Me levanté y entre lamentos hice lo mismo que ella. Cuando ambos estábamos vestidos, se giró bruscamente ante mi y dijo:
- Debo irme, ya es la hora - y efectivamente lo era, la 01:15 de la madrugada.
Asentí despreocupado y le regalé una sonrisa, no quería que supiese que era para mí una tortura despedirme de ella.
- Lo sé, ojalá pudieses quedarte esta noche - pero no podía, y yo lo sabía, sus padres no me permitían (aún) ese privilegio.
Abri la puerta de la habitación, recorrimos en silencio el pasillo y nos acercamos a la puerta principal, la abrí en un pequeño acto se acomodó un poco más su bufanda y salió, se paró firme frente a mi.
Sostuvo mi rostro entre sus pequeñas manos y me miro a los ojos con esa mirada más dulce que la miel, la abracé por la cintura. Nos quedamos así unos segundos, minutos, no sabría decirlo con exactitud, porque para mí duraron una eternidad, aunque nunca lo suficiente. Bese sus labios una pequeña eternidad y me sentí instantáneamente en casa, nos alejamos unos centímetros, podía sentir su tibia respiración y la observe detenidamente. Era preciosa.
- Te amo - susurró de tal manera como si me estuviese diciendo un secreto que solo debíamos saber nosotros.
- Te amo - trate de decir, de la misma manera para no perder la magia.
Me dio un último beso y se alejó lentamente, sonrió y se dio vuelta para ir a su casa, vi su espalda alejarse en pasos lentos pero firmes. Nunca se giraba pero aun asi disfrutaba darle un último vistazo.
No vivía lejos, solo eran dos cuadras y media, una hacia la derecha, otra a la izquierda y justo ahí, a mitad la otra era era su casa. No la acompañaba, nunca me lo permitía, decía que por ese tramo tan corto no merecía la pena que haga tanto escándalo, y yo simplemente la obedecía pero no porque estuviese de acuerdo, sino porque nadie podía contradecir a alguien tan terco como lo era ella.
Di un par de suspiros, oliendo aun el perfume que había quedado pululando en el aire, y entré, con ese sentimiento de vacío que le dejan a uno después de estar con la persona que es su mundo. Di una mirada rápido al refrigerador para ver si podía engullir algo para llenar ese vacío, pero ni con esa suerte cargaba.
Al entrar al cuarto, me senté sobre la cama, e incluso ahí podía sentirse su dulce perfume, la fragancia de su ser, olor a ella. Procedí a quitarme las zapatillas, y tomé mi celular, para ver si ya tenía su mensaje diciendo que había llegado, pero me di cuenta que junto al mío estaba el suyo, lo había olvidado. Me pareció extraño, porque nunca había sido la clase de persona que olvida algo y menos su celular. Aunque sinceramente me alegraba, porque así podía ir a buscarla para entregárselo de nuevo y podría despedirme de ella otra vez.
Me puse nuevamente las zapatillas, agarré de paso rápido un abrigo y salí afuera, casi corriendo hice el camino a su casa, aunque no me la cruce en ningún momento.
Ya al llegar a su casa, donde parecía que no había ni un alma despierta. Preguntas me saltaron a la mente ¿A caso no le importaba su celular? ¿Ya se acostó a dormir? ¿Me la cruce y ninguno se dio cuenta? Pero en vez de pensar en respuestas solo toque la puerta.
Unos minutos se tardo para encender la luz dentro y posteriormente la de fuera, la puerta se abrió lentamente, pero sorprendentemente no era Lucy. Viviane, su madre, estaba al otro lado de la puerta, tan confundida como yo.
- Lucy olvidó su celular en mi casa, y lo traje. ¿Se lo puedo dar? - A pesar de tener una buena relación con Viviane, me adorba y yo a ella, trataba de ser lo más respetuoso posible, ya que eran ya de madrugada y probablemente solo quería dormir. Sin embargo me miro aún más extrañada que antes.
- Pero Lucy aún no ha llegado, pensaba que estaría con vos -
De todas las respuestas que podría llegar a esperar ante su confusión nunca me podría haber imaginado aquello. Le entregué el celular de todas formas porque no era mío.
- Bueno cuando llegue déselo, no debería quedármelo yo -
Tal vez mi mirada le dijo algo porque prosiguió a decir.
- Cuando venga hablare muy seriamente con ella y te avisaré para que no te preocupes, pero quédate tranquilo que se lo daré. - trató de darme una sonrisa, a lo que asentí, porque no me quedaba de otra.
Luego de saludarla, emprendí mi corto camino a casa, esta vez lento y algo decepcionado ¿Dónde se había metido? No era la clase de chica que mentía, de hecho no sabia hacerlo, siempre había sido muy transparente ante todo.
Llegué a casa con un mal sabor de boca y una duda enorme. ¿Dónde estaba Lucy?
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¿Dónde está Lucy?
Teen FictionMe pregunto si allá afuera te podre encontrar, si el saber porque te has ido te traerá de vuelta o si lo único vivo que hay de ti son mis recuerdos.