Arrancó, a volar.
En tenue revuelo, me miró.
Y siguió su camino.
Al paso del tiempo regresó, cargado de estrellas y canciones.
Yo ya tenía barba y de su amor, solo quedaban cicatrices.
Marcó por el cielo un corazón.
Se aproxima, muy lento.
Cayó junto a mis pies herido.
Sus plumas se desvanecieron.
El odio fomentado en mí, desapareció.
Su aliento sofocado, se detuvo, de su pecho brotó una luz.
Y desde entonces, me persigue una pequeña esfera resplandeciente.Kiam Miguel Oramas Peña.
Kiam Son. 12/3/21