Hielo.
Frío, todo se siente frío. Mis manos están heladas, mis piernas tiemblan y mis dientes castañean. El piso donde mis rodillas están posicionadas se asemeja a un gran cubo de hielo y la lluvia que empapa mi cuerpo me hace percatarme de que las lágrimas que una vez existieron se borran con las gotas que caen de manera incesante.
Es como si el cielo estuviera triste.
Estoy inerte, mirando hacia la nada, tratando de sentir algo más que aquello que me produce estar en medio de una tormenta, precisamente la que se libra en el exterior. Porque en el interior las emociones parecieron abandonarme, sólo siento una neutralidad aterrante ante todo lo que ocurre.
—Heath. —la voz de alguien se escucha lejana, pero sé que se refiere a mi. Apenas enfoco mi mirada en un punto específico a un lado de la carretera donde me hallo, veo un bulto viniendo hacia donde estoy.
Siento algo cálido cubrir mis hombros, luego alguien me eleva y sin tener las fuerzas para resistirme solo me sujeto al cuello de la persona que me lleva como si nada pesase y es que lo entiendo, lo que más pesa en el ser humano es todo aquello que siente y ya que yo no lo hago soy fácil de cargar, fácil de romper.
Estoy rota.
—Nena, mirame— Escuho la voz más cerca, sacudo mi cabeza y decido enfrentarme al mundo de nuevo. Ante mi se halla Stuart, el hermano que la vida me regaló, mi mejor amigo desde que fui a la escuela, la persona que más me conoce y jamás me ha abandonado.
Tiene un semblante tan preocupado que sus cejas casi se tocan por su ceño fruncido, el agua hace que lo vea borroso pero parece que él sabe el camino a seguir porque camina rápido y siento como me baja para abrir la puerta y ayudarme a subir al vehículo con rapidez, cuando estoy dentro cierra la puerta y rodea el auto.
—Se ha ido— Mi voz ronca hace que asienta y me atraiga hacia él. Da pequeñas palmadas a mi espalda.
—Lo sé, sé que te amaba y que no quería verte huyendo de todo, cariño.
Huir, recuerdo que esa era mi intención.
Cuando el celular sonó hace dos días no pensé que sería con la noticia de que mamá se hallaba enferma y la estaban llevando al hospital. Una hora después sonó avisándome que se había ido. Ella simplemente cerró sus ojos, no sintió dolor aparentemente, todo fue calmado, para cuando lo notaron la reanimación no sirvió de nada.
Quizás si hubiera estado a su lado nada de esto hubiera pasado, pero la dejé sola.
Todo por irme persiguiendo sueños que no cumpli, huyendo de la persona que más me amaba.
—Mi cielo, saldremos de esta, solo no te alejes de quienes te amamos —Stuar quita la manta de mis hombros, haciéndome volver a la realidad.
Quiero preguntarle qué quienes lo hacen además de él. Si por años me encargué de alejar a todos, mostrarme como una bruja gélida que disfrutaba estar lejos y por encima de cualquiera. Amar nos hacia débiles, nunca quise eso para mí, no cuando vi a mamá deprimida por un hombre que juro amarla y la engañó.
Sacudo la cabeza y noto como mi franela blanca está empapada por lo que mi sostén negro se ve. También como el jean que traigo está tan oscuro por el agua que al percatarme de ello mis piernas se sienten entumecidas.
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Bright Cold
RomanceUn frío que consume, quema y abruma. Aquel que congela la sangre, entumece al corazón y pone a titirirear el cuerpo. Todo lo que está bien en el mundo nos da calidez, o al menos eso pensamos o es lo que nos enseñan. ¿Hasta que punto estaríamos dispu...