EL PRIMER DESEMBARCO

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"Querida madre luego de la discusión que tuvimos decidí que ya es momento y que ningún argumento que me des es válido para cambiar de opinión, espero que lo tomes con calma y no trates de buscarme, para cuando leas esto yo ya no estaré. Me siento obligado a responder al llamado, esperó que estés orgullosa de mi, te veré al final de la guerra o en la otra vida. Tu hijo quien te ama".
Jackson Collins.

Con lágrimas en los ojos dejé la carta en la habitación de mi madre que en ese momento se encontraba trabajando y me fui a inscribir en el regimiento de mi pueblo. Recuerdo que en ese momento con tan sólo 18 años no sabía en que me estaba involucrando pero igual sentía el deseo de ayudar a mi país, ese mismo día fui trasladado junto a otros quince chicos en la parte trasera de un camión del ejército hacia los campos de entrenamiento, mientras que los muchachos se pasaron las seis horas de viaje jugando cartas y contando anécdotas de sus vidas yo me mantuve callado y pensativo, no podía dejar de imaginarme a mi madre llorando en la cama con mi carta en su mano, la culpa me estaba consumiendo y unas ganas enormes de abrazarla y pedirle perdón se hicieron presente en mi, pero ya era tarde, tenía que enfrentar la decisión que había tomado.
Durante los siguientes 4 meses me prepararon física y mentalmente para entrar en combate, los panfletos anti nazis adornaban las paredes de nuestras barracas y todos los días antes de ir a dormir nos mostraban vídeos de estas lacras asesinando civiles, gente común y corriente que quedaba en medio de una guerra sin piedad. Mi odio hacia los soldados de Hittler fue creciendo hasta el punto en que deseaba entrar en la guerra, aún sabiendo lo difícil que sería salir vivo de allí.
Un martes como cualquier otro al finalizar el duro entrenamiento físico el sargento mayor Tims un tipo de gran tamaño y presencia sobresaliente, nos dio la tan esperada noticia por todos. " Muchachos, el día jueves serán llevados en avión hasta el puerto inglés Tiglans, allí recibirán las próximas instrucciones. Mañana tendrán el día libre para guardar sus pertenencias y mandar la que puede ser su última carta a sus familiares, les deseo suerte y que viva la patria!".

"No tienes idea cuanto te extraño, el hecho de no recibir noticias de como estas, el no verte cada mañana mientras desayuno, el no escuchar tu voz, todo esto me esta matando antes de empezar la guerra, madre te nesesito."
Jackson Collins

Ese jueves fuimos trasladados en avión hasta el aeropuerto SafeFlights y luego en camiones del ejército hasta el puerto Tiglans como nos había comunicado nuestro sargento.
En cuanto llegamos nos dieron la orden de abordar el barco, era un destructor ruso cien por ciento blindado, una verdadera máquina de guerra, cuando subimos nos separaron en grupos de a tres y nos dieron una llave, sus palabras fueron muy claras. " Entren a sus cuartos asignados, acuestesen en sus literas y duerman lo más que puedan, no estamos seguros cuantos días pasarán sin dormir, lo único seguro, es que será la última vez que duerman tranquilos."
Realmente sus palabras no me inspiraron en lo absoluto para dormir, llegamos a la habitación y mis compañeros se acostaron y se durmieron rápidamente, estaba claro que la resaca del día libre que nos dio el sargento estaba haciendo efecto en ellos, por mi parte me acosté y los pensamientos de como sería estar en las primeras filas comenzaron a fluir, con tan sólo imaginarmelo se me erizaba la piel y mi corazón comenzaba a acelerarse, así pase prácticamente toda la noche hasta que la puerta se abrió y un tono de voz conocido nos dijo. "El momento llegó, los quiero en la cubierta con sus uniformes en dies minutos."
Había llegado el momento por el cual nos habíamos preparados cuatro meses, desperté como pude a mis compañeros y subimos a cubierta tan rápido como pudimos, para cuando llegamos el capitán M.Thon estaba dando un discurso, nos dijo que estábamos a punto de quedar plasmados en la historia y nos dio las instrucciones de que debíamos hacer al desembarcar en la playa.
Nos hicieron hacer filas y nos entregaron un fusil y dos cargadores a cada uno, inmediatamente nos mandaban a un costado para descender hasta las lancha de desembarco. La marea estaba picada y las olas movían el barco en un baiben lo que hizo que descender esos tres metros por las redes se hiciera casi imposible, al ver que el descenso era lento, los oficiales comenzaron a gritarnos y apuntarnos con sus pistolas para que nos apuraramos. Una vez que completamos la lancha, esta se puso en marcha hacia la costa, rápidamente se nos sumaron los demás camaradas de los cientos de destructores que se encontraban con nosotros para cumplir la misma misión.
A medida que nos acercabamos a la playa el ruido de las balas chocando con la compuerta de la lancha aumentaba gradualmente, en ese momento comencé a darme cuenta que era prácticamente imposible que saliéramos con vida de allí. La cara que teníamos lo decía todo, el fin de nuestras vidas era inminente, cuando tocamos tierra el oficial de la lancha grito. " Viva la madre patria". La compuerta se bajo, me hice la cruz y me entregue a la muerte que nos esperaba con los brazos abiertos. La sangre de los compatriotas que estaban delante, pronto se mezcló con la mía, tuvimos suerte aquellos que sólo sentimos un impacto y todo se oscureció, algunos quedaron agonizando durante algunos minutos, hasta que otra ráfaga de las mortíferas MG 43 alemanas les puso fin a su vida.

Formé parte de los cincuenta valientes que conformaban la lancha de desembarco número uno, la primera en llegar a la playa Omaha, lo que paso ese día fue una completa masacre, no pudimos siquiera defendernos, nos fuimos sin hacer un sólo disparo.
En este momento mi querida madre lo único que ruego es tu perdón, perdoname por irme de este mundo tan rápido y haberte causado tanto dolor y angustia, sólo quiero que recuerdes que todos vamos a morir algún día, pero muy pocos eligen como, yo fui uno de los pocos.
Vive la vida madre, si tu eres feliz yo seré feliz, acá te estaré esperando hasta que tu hora llegue y cuando estés en la delgada línea entre la vida y la muerte yo te iré a buscar para poder volver a sentir el calor de tu abrazo.
Jackson Collins. Soldado caído en el día D.

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