El último baile

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Historia paralela a la obra original. Los personajes le pertenecen a la gran mangaka Rumiko Takahashi, creadora de Ranma ½. One shot sin fines de lucro, sólo escrito por y para fans. Espero les guste.

Inspirado en la canción de Hombres G, El Último Baile.

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Hace tiempo que ellos ya no estaban juntos, después de cinco años de estar casados decidieron separarse, aún se amaban, claro está, pero la relación simplemente ya no iba por buen camino, si seguían así, un día terminarían odiándose.

Ahora, ya llevaban seis meses sin verse, y solo habían hablado un par de veces.

Él, estaba en la casa donde ambos compartieron sus vidas, ahí ahora sólo había soledad, y suciedad, aquella misma que se escondía debajo de las alfombras, en la ciudad.

Él echa un trago, aprieta los dientes con cuidado, de no volver a llorar, aunque es imposible, la extrañaba, cuánto la extrañaba, las lágrimas salieron sin siquiera poder evitarlas. Extrañaba aquellos días, cuando al llegar, la encontraba a ella ahí, en su pequeño pero acogedor hogar. Ahora en su lugar no había más que soledad, al regresar solo encontraría una triste y fría casa.

Estaba ahí, en la sala de estar, con todos los recuerdos, las fotografías, y los objetos que los representaban; como aquel disco, su favorito, el que siempre ponían para pasar noches hermosas, bailaban un par de piezas, disfrutando del calor del otro. Hace cuánto tiempo que hicieron eso por última vez, ¿hace cuánto?

Y entre sus cosas se rompe un cristal, es una foto antigua, paisaje con sonrisas en el mar.

—Mierda —se quejó, por accidente había empujado una pequeña mesita, provocando que las cosas que había encima de esta cayeran, entre ellas el cuadro de su luna de miel.

Había roto el cuadro de ellos dos en uno de sus días más felices. Ese día habían estado en la playa, en la foto estaban sonriendo, abrazándose, demostrando el amor que quizá aún había, que quizá nunca se había apagado.

Levanto la fotografía, retiro los vidrios con cuidado, y miro aquel objeto con una sonrisa, y una vez más volvió a llorar.

Se preguntaba a diario, a cada amanecer ¿podría vivir sin ella?

Ella es, ella es muy fría en sus decisiones, claro estaba, siempre había sido así, pero aun así él la amaba. El día que ella dijo que debían separarse, no hubo marcha atrás, él no supo que decir, y sin darse cuenta ya estaban firmando aquel papel que los declaraba formalmente separados.

Pasaban las noches, con sus libros y despertadores, puestos a distinta hora. A ella siempre le había encantado leer, tenía muchos libros, todas las noches acostumbraba leer alguno. Él siempre debía levantarse temprano, la misma rutina de lunes a viernes, levantarse a las 6:00am, su trabajo empezaba a las 7:00am, debía apurarse. Los primeros años ella se levantaba para darle el desayuno, hasta que un día él le pidió que ya no lo hiciera más, no era porque no le gustará que su esposa le diera el desayuno, era más bien para que ella pudiera descansar más tiempo, y aunque era una acción buena, eso provocó que ellos convivieran menos, disminuyó las pocas horas que se podían ver al día. Ella trabajaba los fines de semana; parecía que todo estaba en su contra. Y aunque pudieron buscar otros empleos, no era una opción, no sabían cuánto tiempo tardarían en encontrar alguno y no solo eso, el que tenían les gustaba. Ella era bibliotecaria ¡Era su trabajo perfecto!

Cada mañana él al despertarse se daba una ducha, se ponía el uniforme del trabajo, y se tomaba una taza de café negro. Cuando ya casi eran las siete menos diez, iba a su habitación, acariciaba la frente de su esposa, y le daba un tierno beso que le demostraba a ella cuánto la amaba. Esa, era su rutina de todos los días, después simplemente salía a su trabajo.

El último baileDonde viven las historias. Descúbrelo ahora