1. El suelo que pisas no te merece

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Era un chico tonto en palabras de su madre, un joven bastante listo y muy talentoso, tanto que se le subió como espuma a la cabeza y poco a poco creyó que el suelo que pisaba no lo merecía.

Katsuki Bakugou se graduó con honores de la carrera de arquitectura. Un chico joven, ingenioso y muy estudioso había logrado ser el número uno en su generación, muchos querían ser como él, un orgullo para su familia, aunque Katsuki lo veía con otros ojos.

Y es que probablemente el chico era cegado por sus aires de grandeza que nunca se dió cuenta en qué momento sus padres comenzaron a viajar más seguido a Italia, siendo ambos modistas reconocidos era común que no estuvieran, también descubrió cuando se graduó, que debía buscar un empleo porque de repente ya no había comida en el refrigerador y comenzaba a salir fría el agua de la ducha. Amenidades que su hogar iba perdiendo lo estaban haciendo creer que debía encontrar un empleo, nunca pensó en que sus padres ya no necesitaban gas o alimentos en casa, pues prácticamente su hogar ya se había convertido en un hotel de paso para los Bakugou.

Pero con todo y eso, Katsuki se refugiaba en sus planes y proyectos. Semanas pegado al restirador comenzaban a costarle el techo que lo cubría, y sin darse cuenta, sus padres ya no estaban en casa.

El teléfono sonó a las 23:00 de la noche, un sonido muy fuerte considerando el extremo silencio que había en la casa de los Bakugou. Al sonar, incluso, asustó un poco al rubio y lo único que halló en su plano era un trazo mal hecho y remarcado lo suficiente como para tener qué empezar de cero. Con fastidio en su mirada escarlata bajó las escaleras hasta detener el estridente ruido del teléfono pasando a contestar a quien fuere que le llamara tan tarde.

— Hola, Katsuki. ¿Cómo estás?

— Bien, me interrupiste.

— Es necesario que hable contigo, mañana por favor ten la casa limpia, tu madre y yo iremos a la 1:00 de la tarde.

— Como sea.

— Descansa, Katsuki.

El teléfono es colgado mientras aún con la pantalla apagada el identificador marca Masaru, su padre.

Eran las 12:45 de la tarde y el joven tenía impecable cada rincón de la casa, cabía aclarar que nunca la tenía realmente sucia, sin embargo apenas había notado que sus padres no estaban en casa y que vendrían, aunque no entendía por qué, pues no venían de visita, esa era su casa.

Entonces se para un auto beige en la cochera y del auto salen Masaru y Mitsuki Bakugou, a las 12:49, justo a tiempo.

Caminan hacia la puerta, su madre con la mirada puesta en su celular y su padre con la mirada decaída, parecía que le darían alguna noticia.

— Katsuki. — se atrevió Masaru — Necesitas mantener esta casa, recuerda que es tu hogar.

— ¿De qué hablan? ¿Qué no ustedes la mantienen?

— ¿Cómo te lo explico, hijo? — rascaba su nuca mientras buscaba la manera más amena de decirle esa noticia.

— ¡Vamos, Masaru! Habla que el avión nos va a dejar. — Mitsuki habló fuerte, quizá un poco más que su padre. Tenía años que no gritaba en casa. — ¡Al demonio, si tú no le dices lo haré yo! Katsuki, ya no vamos a vivir aquí, busca un empleo.

Se lo dijo fuerte y claro, no había manera de negarlo. Sus padres estaban dejándolo. Dejándolo solo en esa casa, con esas responsabilidades, y él era apenas un simple graduado, ¿cómo podían?

No dijo palabra, simplemente se dirigió a su habitación y con desgano cerró la puerta, desde su ventana se podía apreciar cómo la pareja subía al vehículo.

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⏰ Última actualización: Aug 16, 2022 ⏰

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Clean it, Kacchan!  ||  katsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora