Mikey

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Takemichi Hanagaki era el nombre que simepre rondaba en su mente. Pensar en aquel rubio oscuro de ojos azules, esos ojos que lo hipnotizaban tan solo con recordarlos, se perdía en sus pensamientos cuando veía aquella sonrisa que desbordaba inocencia y pureza.

Lo quería poseer. Pero tampoco quería corromperlo tan pronto, oh, claro que no podría hacer eso, sería como cometer un pecado. Igualmente su cabeza formulaba varios escenarios en donde el menor se encontraba dándole sentones encima de su amiguito. Eso lo prendía como si se estuviera quemando en llamas, realmente aquel Rubio logró domarlo.

"¡Oh por los Dioses no me lo creo! Mikey el invencible al fin fue domado" aquello paso por su mente. Logrando sonsacarle una mueca, bueno tenían razón, el Rubio teñido lo traía como un loco, pero que más podía hacer ahora? La sonrisa de este que iluminaba sus días grises o aquellos ojos zafiros que lo veían con dulzura, ¡tan jodidamente lindo!.

No, no, no, si seguía de esa forma pronto su amiguito diría para arriba y no quería lidiar con su calentura con una jodida masturbación, en la cuál, terminaba pensando en el dueño de aquellos orbes zafiros, donde destrozada ferozmente su entrada, juraba que hasta podía oír los gemidos de este llamándolo por su nombre de forma tan sumisa.

-Mikey-kun!- joder esa voz ya la había oído miles de veces, esa encantandora voz que lo traía como un lunático-Ya vine, para que me necesitabas?

-Takemicchi, yo quisiera que pasarás la tarde a mi lado. Se que tal vez estés ocupado pero si no, me gustaría que te quedarás...por favor. - las palabras salieron solas de su boca, sus labios se movieron, sus ojos que carecían de brillo miraron espectadores los ojos de aquel rubio.

-Uh, Draken-kun no está?, pero en absoluto no me molesta quedarme contigo Mikey-kun. - contestó al principio la propuesta del mayor lo tomó por sorpresa, lo más seguro se sentía solo porque la presencia del de tatuaje, no estaba por ninguna parte, que su campo de visión captará.

-Salió con Emma. No se como logró convencerlo pero lo logró, por eso quería que takemicchi me haga compañia. -se paró quedando frente a su menor, que por la cercanía volteó la mirada con un rubor adornando sus cachetes. Odiaba que hiciera eso. Que no pudiera sostenible la mirada, le disgustaba tanto, que un sabor amargo apareció en sus papilas gustativas.

-Takemichi, por qué no quieres verme a los ojos? -fue directo no andaría con rodeos. Notó como la mandíbula del rubio menor se tensó, lo miro fijamente hasta que no aguanto más. Parecía que no hablaría si no ponía las cartas en el asunto, tomó con delicadeza la mandíbula de éste, obligándolo a verlo. Los ojos azules se encontraron con los ojos negros, tan inmenso, que parecía una galaxia que intentaba devorarlo.

-Mikey-kun...si me ves tan fijamente, m-me pones nervioso-confeso tartamudeando un poco en el proceso. Y no mentía, el contacto visual era algo que detestaba, y aquellos orbes grises lo hacían sentir pequeño e vulnerable.

-Takemichi- llamó la atención del menor, con una sonrisa formada en su rostro que normalmente era inexpresivo. Le gustaba el hecho de poner al menor nervioso, ya que actuaba de una forma tan adorable, que le daba en cualquier momento diabetes. -No debes ponerte nervioso pero te ves lindo actuando así- aquellas últimas palabras salieron solas, ahora el avergonzado era él.

-Eh!?, Mikey-kun, piensas que soy lindo- miro con sorpresa al mayor pero también con vergüenza, su sonrojo aumentaría con los segundos, el de orbes negros tampoco se quedabs atrás que digamos.

Un silencio reino el lugar, se volvía algo incómodo para ambos. El de orbes negros chasqueo la lengua, para luego atraer al menor hacia si mismo, rodeó la cintura del menor, ocultando su cabeza en el hueco que había entre su cuello y hombro.

^•Takemichi X All•^Donde viven las historias. Descúbrelo ahora