Capítulo 3

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La cocina está saturada, un gran banquete no era presisamente algo fácil de realizar, cocineros, ayudantes y sirvientes de movían de un lado para el otro, preparando comida, montando platillos y llevándola hacia el salón del baile.

Entre tantas movimiento de caldos y demás siempre ocurría uno que otro accidente, por su puesto Marinette era la encargada de limpiar cualquier desastre que pasará, eso a veces la conducía a la entrada que existía del gran salón y la cocina, las puertas estaban medio abiertas para permitir el fácil acceso de los sirvientes al traer comida y retirar platos vacíos.

Desde ahí Marinette podía asomarse al gran salón, deleitar sus pupilas con lo bello que lucia el evento, la música clásica resonaba en sus oídos, casi sentía que sus pies se movían al ritmo de está y estaba en lo cierto de pronto se encontraba bailando con la escoba, paro en seco cuando escucho unas risitas de una de las encargadas de llevar el postre la sobresalto.

- Marian, el chef ha dicho que podemos descansar, termina de limpiar ahí y tienes la noche libre y recuerda que antes de que te duermas debes limpiar las cenizas de la cocina- dicho esto se metió hacia el gran salón.

Cómo desearía asistir a ese baile, por lo menos un rato, sentirse en ese ambiente solo una vez más...

Decidió terminar de limpiar el sitio y retirarse al pequeño cuarto que le fue dado debajo de las escaleras de servicio.

Aún podía escuchar la bella música del baile...

Después de pensarlo un poco se quitó la fea capa de encima, soltó su brillante azul azabache cabellera y con sus manos lo peino lo mejor que pudo para que no se le viera despeinado, se desvistió y de la nuez mágica se puso el primer vestido que saco.

El precioso vestido dorado se acoplaba perfectamente con su cuerpo, le quedaba perfecto, saco el anillo de su madre y se lo coloco en el dedo y estaba lista pasta infiltrarse en el baile.

Salió a escondidas de su "cuarto" y logro llegar a uno de los accesos sin ser vista por la servidumbre y como si la suerte estuviera de su lado logro meterse al baile.

Llamo la atención de algunos invitados, su apariencia parecía sacada casi de un cuento de hadas, su piel blanca resaltaba sus labios rojos y carnosos, el vestido le daba un aspecto mágico, resaltando su perfecta figura.

Ella no era consiente de las miradas de las personas, estaba tan contenta de estar ahí que solo pensaba en bailar. El baile era una de sus cosas favoritas, perderse en la música mientras que sus pies se mueven con el ritmo de la misma era como estar flotando en nubes.

Su único problema es que no tenía con quién bailar, no conocía a nadie ahí y eso por una parte la alivio, no pensó en la posibilidad de que alguien la reconociera.

Por otra parte, el rey Adrien estaba sentado en el trono viendo a todos bailar, no se había parado de ahí desde que inició el baile, no era que no le agradará el baile, simplemente no tenia ganas de estar ahí, se le hacía absurdo tener que encontrar esposa así, sin siquiera conocerla, viéndola una única vez, quién se enamoraría de alguien así? Era tonto no?

- Por favor su alteza, este baile se hizo especialmente para usted. Hay muchas jovencitas que esperan bailar con usted.

Adrien volteo hacia la pista de baile efectivamente habían muchas doncellas lanzándole miradas coquetas pero nadie le llamaba la atención en realidad.

-Bien, solo daré una vuelta y me asegúrate de que todo esté bien...- dijo a la par que se levantaba de su asiento.

-Claro que sí alteza.

El rey de Francia hizo exactamente lo que dijo, se aseguró que todo estuviera en orden, platico con algunas personas y despreocupado volteo hacia la pista... y fue ahí cuando la vio, la mujer más hermosa que hubiera visto jamás.

-MLB-La capa de las mil cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora