Miró sin mirar. Sus ojos oscuros, el recuerdo del temor. El descontrol que llegaba a oleadas. El sentimiento de ver hacia una pared vacía y tener la espalda descubierta, sin nadie que la fuera a proteger por él, pues su yugo ya colgaba de cansancio, esperando a la muerte, esperando librarse de los mismos lirios cansinos del jardín.
Wonwoo no solía huir, ya estaba acostumbrado a los viejos hábitos, su mente se nublaba de rabia y no había nada ni nadie que pudiera expresarle aquel dolor, aquella pena; aquella desesperación.
Bueno, en realidad sí había una persona, y esa era él mismo.
Miró sus antebrazos, con las marcas impregnadas en su piel. Las medias lunas que se cerraban en una, los dientes que clavó para aplacar su dolor interior. Al menos eso no dejaría cicatriz como las otras marcas que ya cubrían cada parte de su ser, debajo de la ropa, lejos de las miradas que no pudieran comprender.
¡Oh, es que nadie puede comprender!
Nadie ve aquellas marcas como las líneas de un mapa de su turbulento corazón.
Ni siquiera él las comprende.
Pero sabe que están ahí porque nadie lo detiene. Porque él no tiene el control.
No, nunca lo tiene.
Sentado en la intemperie, apenas un cielo violáceo de un venidero atardecer, que se extiende en un horizonte de cenizas como el volcán por las nubes que son arreboles sin sol, cabalgando montañas en un color que va cambiando conforme la noche llega.
¿Lo salvará ese atardecer? ¿O por fin será el día en que su cordura se rompa y pierda el control que apenas puede mantener y se dejará caer en el abismo después de tantos años de colgarse de la orilla?
Nadie va ahí, no tolera las paredes de su departamento. Al menos en la terraza la soledad no es tan opresiva. Los lentes están a un lado, las lágrimas ya secas en sus mejillas. Las muñecas doloridas, las piernas escondiendo hilos de un rojo emotivo.
Dejaría que la ola de desesperación se pasara sola. Como siempre lo hace. Que la crisis se vaya alejando, dejando remanentes que se acumulan en él. Algún día serían suficientes para enterrarlo y quitarle el aliento.
Podría ser ese día.
Se puso de pie y se acercó a la orilla. El viento movido por Enlil, movido por agosto. El mundo borroso ante él, su mala vista que sólo las montañas lejanas alcanzaba a ver. Una ciudad aún despierta, un cielo que podría ser su despedida.
Puso sus manos en el borde, los antebrazos hacia arriba. No llevaba su usual camisa de manga larga para cubrir aquella piel. Oh, marcada con la vida que le tocó tener.
No era su vida la culpable, era él. Eso se decía.
Agachó la cabeza y cerró los ojos.
Oh, denegada grulla de papel
que te entierran bajo las hojas
sin antes leerte.
Pegas tu cabeza contra la pared,
quedas como una
estatua inerte.
En tus cuatro paredes, ya manchaste
tu piel otra vez.
Esperando que nadie (alguien) pueda verte.
Un rojo hilo, un aro carmín,
una marca envolviendo tu antebrazo,
la pulsera, los viejos hábitos, volvieron a morderte.
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Papyrus Grus (WonHui)
Fanfiction❝ dos menos de 1000 grullas de papel, sólo 998 más.❞ Qua resurget in favilla... **Favor de no comentar acerca de otras ships que no sean las que se traten en la historia, gracias.