El comienzo del Caos.

1 0 0
                                    

— Leva a la princesa a un lugar seguro y quédate con ella, intenta te llegar después. — pidió la reina, su cabello rizo castaño caía por sus hombros. Su mirada se había vuelto más poderosa, pero esta vez la reina tenía que ceder.

— Sólo hazlo — ordenó, la subordinada cumplió la orden de Geraldine, mientras  ella se quedaba atrás con la mirada puesta sobre una de sus hijas con tristeza.
La historia de la reina fue contada por ella, pero una nueva empezaría.

A la reina no le quedo de otra más que confiar en que la sangre que ellas llevaban nunca se conformaría con nada, lo que ellas quisieran lo iban a tener al ser tuercas como ella.

— ¡Geraldine! — la fuerte voz te sino como trueno en todos sus sentidos y en la isla.

Apretó los dientes peleando contra su abuelo que se había vuelto loco por la profesia del oráculo hace varios años, Sus poderes casi igualaban a Zeus, pero no todos por lo que la pelea se desogualaba. Después de todo era sólo una semi diosa.

— Lo diré por última vez, entrega a esas aberraciones. Seré benévolo al matarlos con rapidez — Geraldine se horrorizo por el cometario, no sólo estaba peleando de nuevo por sus hijas sino también por su pueblo. Zeus le lanzó un golpe que logró alcanzarla logrando que cayera al suelo, alrededor de la reina sólo habían cuerpos inertes bañados en sangre, Fuego y una lucha por sobrevivir.  El sol y la Luna se juntaron oscureciendo el cielo que sólo era iluminado por truenos y Fuego.

Zeus le agarró el cabello dándole varios puñetazos en el abdomen de la reina mientras que con la otra mano la sujetaba del cabello, con un potente golpe la lanzó al aire y le lanzó dos golpes más, el cual uno de ellos le llegó a la nariz. El golpe la aturdio un poco, pero se recuperó rápido defendiendose lanzándose contra el y dando golpes rápidos que alcanzaron a Zeus, levito en el aire y continuaron peleando.

Heráldica supo entonces que era todo o nada.

Dos fuerzas chocaron violentamente emitiendo un estallido de energía que cegó a todos en su totalidad, Después de eso nadie supo más de la reina o de su pueblo.

Años después en alguna parte de Ecuador, en un pequeña cuidad llamada Quito existía una pequeña niña llamada Diana y en otra Rani, las dos eran gemelas separadas cuando apenas eran bebés.

Sin embargo sólo una tomaría el trono cuando llegué la hora, pero esta historia es de Diana.

Nota: Desde ahora se narrará desde la perspectiva de Diana.

Era otro día como cualquiera, me levanté rápido cuando sonó el timbre corriendo al baño para ducharme.
Como todos los días mi rutina matutina era monótona, solía llegar tarde a las clases así que tenía que salir lo más rápido que podía de mi casa ya que el camino a mi Universidad era largo.

Aunque algo me decía que ese no era el lugar al que pertenecía, me puse mis Auriculares escuchando música para relajarme. Claro, sin olvidar ocultar mi celular, estoy en Latinoamérica después de todo.

Baje a toda prisa mientras corría hacia la entrada de la Universidad, corrí por los largos pasillos hacia la clase que me tocaba. Matemáticas, maldito sea el lo inventó porque se ganó mi odio absoluto. Cuando estaba  a unos pocos metros de la entrada el profesor me cerró la puerta en la cara.

— ¡No! — me apoye en la pared tratando de recuperar el aliento, toque la puerta muchas veces. No estaba acostumbrada a perder clases, eso arruinaria mi historial de comportamiento el cual era bueno, pero no tan bueno por ser asocial. La puerta finalmente se abrió dejando ver a un hombre con apariencia delgada, barba larga y apariencia desgarbada.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 04, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Legado: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora