Kunikida tenía sueño.
Era extraño. No recordaba un solo día en el que se hubiera saltado sus rigurosos horarios perfectamente planeados para una vida sana y completa.
Kunikida tenía sueño y eso no era normal. Era tan raro como si Dazai empezará a trabajar, o Kyouka dijera que odia los conejos, o Kenji no teniendo hambre, o Ranpo sin querer sus dulce o Atsushi sin...
Oh.
Kunikida tenía sueño. Eso no era raro en realidad. Solía ser un efecto secundario de las pastillas para dormir que Yosano le habia recomendando después del funeral de Nakajima.
Había sido rápido y apresurado, ni siquiera habían podido limpiar la sangre que manchaba su rostro. La sonrisa resignada que Atsushi tenía al momento de morir persiguió a Doppo en sus peores pesadillas.
Kunikida tenía sueño.
Un sueño en el que Nakajima se diculpaba por llegar tarde al trabajo, Yosano lo arrastraria a hacer las compras, Kyouka los acompañaría para comer sus adoradas crepas, Dazai lloraria dramáticamente para que su adorado aprendiz le trajera unas latas de cangrejo y no habría una tumba en el medio de la habitación con el cartel cubierto de polvo que alguna vez supo tener las palabras 'Atsushi Nakajima'.
Kunikida tenía sueño.
No quería despertar.
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En estas manos carmesí
FanfictionY, como si el pasado que nunca lo abandonó volviera a presentarse como una pesadilla en el presente, el supo que jamás volvería a ser feliz. "Por los perros callejeros." O lo que queda de ellos. O... ¿Qué habría pasado si Ango hubiera matado a Atsu...