prólogo

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Jake Williams.

Los Hier.

Ay, por dónde empiezo...

Hay muchas historias detrás de ese simple apellido, y, hablo en serio, muuuchas. Desde escándalos con la realeza, hasta rumores de que ellos mismos formaron parte de esta alguna vez.

¿Con qué palabra los describiría?

Son absolutamente inefables.

Hay pocas cosas de las que estoy seguro en esta vida, pero una de ellas es que, no importa cuántos diccionarios de todo el puto mundo leyera, jamás encontraría palabras para describir a esa familia.

Y a una integrante en específico.

Arcanos y enigmáticos serían dos palabras para resumir lo que se me viene a la mente cada vez que alguien se atreve a mencionar su apellido.

Ellos.

Físicamente, su atractivo es absolutamente increíble e incomparable. Todos, absolutamente todos los miembros de esa familia gozaban de una belleza innegablemente exquisita. Las pocas veces que se dignaban a deleitar a los simples plebeyos con su presencia, dejaban un claro rastro de: "Nunca tuve un mal día de cabello. Nunca tuve que usar aparatos. Nunca me salieron granitos. Nunca me dió varicela. Hasta resfriado y con la nariz roja y llena de mocos soy mejor que tú".

Y era completamente creíble.

Pero, sin duda, lo que más grita "Alerta roja, corre mientras puedas" (además de su atractivo e increíble ego y habilidad de hacer sentir a las personas inferiores en segundos), son sus ojos.

Por años, fueron esos malditos ojos lo que los tuvieron en la Élite de la Élite de la maldita Élite (sí, tres élites, ¿puedes creerlo?). Quién podría pensar que gracias a dos cosas que la mayoría de las personas tiene en completo y total funcionamiento, para ellos sería el boleto para hasta revolcarse con la realeza.

Ni siquiera estoy seguro de que exista un color para describirlos, lo que sí sé es que son de un azul tan eléctrico que te dan escalofríos cada vez que te miran desde lejos.

Oh, y algo que olvidé mencionar es que ellos nunca miran a los demás a los ojos.

No, cambio de palabras.

Ellos pueden mirarte a los ojos si se les da la maldita gana, pero será mejor que tú nunca, jamás, les devuelvas la mirada.

Al principio creía que era por algo sobre respeto y sentirse superiores y esa mierda.

Oh, qué iluso.

Todos, absolutamente todos me dijeron que no lo hiciera, que no la desafiará, que sería firmar mi propia sentencia de muerte.

Pero maldita sea que lo hice.

Lo hice.

La miré a los ojos.

A ella.

A la princesa.

Y ella me devolvió la mirada...y sonrió.

No recuerdo mucho después de eso, solo recuerdo la sensación de haber caído..., no, haber caído no, recuerdo haberme lanzado de cabeza desde un maldito avión a cientos y cientos de kilómetros de la tierra, sin paracaidas y sin experiencia.

¿Y qué pasa cuando caes?

Te estrellas.

Contra el suelo.

Duro.

Así que aquí estoy, malditamente cayendo y más lejos de mi objetivo principal qué nunca.

Y no me podría dar más igual.

¿Por qué?

Porque ella lo vale.

Pero esta no es mi historia, no soy yo el protagonista esta vez...puede que en algún futuro lo sea, pero ahora, es su momento.

Es su historia.

¿De quién estamos hablando?

De ella.

De A. J. Hier.

A.J. HierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora