|Capítulo 2|

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Lea

-¿Vamos a la cafetería de siempre?- preguntó mi mejor amigo.

-Ajá- asentí desde el asiento de atrás.

La cafetería se llama Dulce Paladar y es sin duda una de las mejores cafeterías que hay. Venden un café que es muy dulce pero no te llega a empalagar y unos postres jodidamente deliciosos. Lo mejor es que esta cafetería queda a una cuadra del hospital y el hospital queda a media hora de mi casa, obviamente en auto.

Trevor estacionó el auto frente a la cafetería y enseguida bajamos. Santiago pasó su mano por encima de los hombros de mi mejor amigo y Trevor lo abrazó por la cintura.

-Gracias por abandonarme- protesté simulando estar llorando.

-Si tuvieras novio no te sentirías sola- respondió Santiago.

-No necesito un novio, pequeño gorila metiche- dije regañándolo como si fuese una abuelita y él un niño pequeño.

-Ya deja de decirme así- resopló rodando los ojos.

-Jamás- dije para luego darle un pequeño beso en la mejilla y después adentrarme a la cafetería. Enseguida entré y al momento de oler el delicioso olor a café que había, inmediatamente mi cuerpo se relajó.

Saqué mi celular de mi mochila y me fije la hora, 08:30. Entro 09:30 por lo cual tengo tiempo. Elegí una mesa y luego llegaron Trevor y Santiago, se sentaron frente a mí y agarraron el menú.

Guardé mi celular en la mochila y agarré el menú, me puse a ver las distintas opciones que había.

-¿De qué quieres el batido?- 

-Al final no quiero un batido, quiero un café y un pastel- dije sin levantar la vista del menú.

-Bien- 

-¿Ya saben qué van a querer?- preguntó una chica a nuestro lado, luego de unos minutos.

-Yo solo quiero un té- dijo Trevor con una pequeña mueca.

-Yo voy a querer un café con leche y una rebanada de pastel, el de limón por favor- pidió Santiago amablemente.

-¿Y tú?- me preguntó la chica mientras me reglaba una agradable y reluciente sonrisa.

-Yo quiero el café que siempre hacen y una rebanada de pastel, el de tres leches con sabor a café- pedí dándole una pequeña sonrisa.

-Enseguida les traigo sus ordenes- 

-¿En serio solo vas a tomar un té?- le pregunté sorprendida a Trevor- Eres el que más come de nosotros tres-

-Me siento un poco mal, no tengo apetito- dijo con una pequeña mueca.

-¿Estas bien?- pregunté preocupada con el ceño fruncido.

-Sí peque, no te preocupes- aseguró dándome un intento de sonrisa.

-Bien- dije no muy convencida- Sabes que si te sientes mal, puedes avisarle al jefe y quizás te de unos días libres-

-Estuve una semana fuera, no quiero faltar al trabajo-

-Estuviste fuera porque estabas de licencia, era tu semana libre. Quizás comiste algo que te cayó mal- dije encogiéndome de hombros.

-Quizás- dijo sin mucho animo.

-Aquí esta lo que ordenaron- llegó la misma chica que nos atendió junto a otra muchacha.

-Gracias- dije cuando me habían entregado mi bandeja.

-De nada, que disfruten- dijo amable. Nosotros asentimos con una pequeña sonrisa y ella junto a la otra chica se marcharon.

-¡Ésto está delicioso!- exclamé cuando probé mi café.

Lea [SUSPENDIDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora