-Capítulo 1-

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Hoy me desperté y, luego de estar unos minutos mirando el techo, me dirigí hacia mi computadora; ya una vez encendida, entré a un juego llamado "Lethal shot". El cuál se había vuelto mi favorito en muy poco tiempo. Estuve aproximadamente 4 horas jugando con amigos, hasta que mis padres me interrumpieron diciendo que el almuerzo estaba listo y debía bajar a comer. En el momento que abrí la puerta de mi habitación y salí al pasillo sentí un delicioso aroma, bajé rápidamente y me dirigí hacia el comedor, se trataba de mi comida favorita, las pastas del tan famoso restaurante italiano "Raffaello Ristorante". Saludé a mis padres y luego nos sentamos a comer, al momento de dar el primer bocado, la voz de mi mamá me interrumpió nuevamente.

-Hija, me contó un pajarito que tus notas han bajado últimamente- dijo llevando un poco de pasta a su boca- ¿A qué se debe?

-Simplemente he estado distraída en mis asuntos.

Sabía muy bien de qué se trataba, he pasado mucho tiempo distraída jugando en la computadora, hablando con amigos, viendo series y eso me distrajo de mis responsabilidades. Luego de estar unos minutos en silencio disfrutando de la comida, interrumpí el momento para preguntarle a mi padre sobre el departamento que él me había prometido, dijo que sería mi regalo de cumpleaños número 20.

-¿Hay novedades sobre el departamento?- le pregunté mientras servía un poco de jugo en cada vaso.

-Sí -contestó él- pronto llegaremos a un acuerdo.

Me levanté de mi asiento muy emocionada y fuí a darle un gran abrazo a mi padre en modo de agradecimiento. Miré de reojo a mi madre, la cual no parecía muy feliz.

-No puedes ocuparte de tus estudios y quieres mudarte a vivir sola, yo no lo puedo creer...- dijo reprochándome de brazos cruzados, pero se vió interrumpida por mi padre.

-Por favor, otra vez no empiecen con esto, ya lo hablamos Carmen.

Mi madre hizo una cara molesta, se notaba que no le agradaba la idea de que me mude sola, ella aún seguía pensando que era su niña chiquita. Yo sabía que no lo hacía con maldad, simplemente le costaba aceptar que estaba creciendo.

De la nada se oyó un ladrido, era mi perrito Doggy, que estaba en la puerta moviendo la cola pidiéndome que lo saque a pasear. Fuí a buscar la correa y, luego de ponérsela, salimos rumbo al parque como era costumbre a esa hora. Una vez allí, comencé a sentirme observada, no sé porqué pero una sensación extraña me recorrió el cuerpo. Decidí no darle importancia y seguí jugando con Doggy. De pronto me percaté de que una cara conocida, se encontraba al otro lado de la fuente, no logré reconocerla ya que el agua tapaba mi visión. Me acerqué rápidamente para saludar a mi mejor amiga Nisha, la cual también estaba con su mascota, dejamos que nuestros perritos jueguen juntos y nos sentamos a charlar un rato. Ella me contó sobre sus estudios y yo le conté que cada vez estaba más cerca de tener mi propio departamento e independizarme de una vez por todas. Ella se emocionó mucho y me felicitó, también me dijo que si necesitaba ayuda con la mudanza no dude en llamarla.

-Nisha, se está haciendo tarde, debo volver a mi casa, otro día continuamos nuestra charla.

-Sí no hay problema, un día podríamos salir a comer algo, hace mucho no hacemos una salida de chicas, ir a cenar no nos vendría para nada mal.

-Dale, tienes razón, extraño nuestras salidas. Después te mando un mensaje y arreglamos para juntarnos, adiós.

-Chau, suerte.

Agarré a Doggy y me fuí caminando a paso lento hacia la salida del parque. Volviendo a mi casa volví a sentir esa maldita sensación de que me observaban. Decidí darme vuelta para ver si había alguien y, como era de esperarse, no había nada; ni una sola persona. Así que apresuré el paso para llegar a mi casa lo antes posible, ya que me sentí incómoda. Cuándo llegué a mi hogar estaba devastada de cansancio, así que decidí irme a dormir, ni siquiera tenía ganas de comer.

Al otro día, cuando me desperté, supe que tenía la tarde libre ya que era domingo y no había hecho planes para ese día. Me levanté y me dirigí hacia la cocina en busca de algo para comer, agarré un paquete de galletas y volví hacia mi habitación. Luego decidí volver a jugar a Lethal Shot, el juego consistía en que un equipo de 5 debía eliminar a otro grupo de 5 integrantes; coincidí 3 veces con un chico (a ambos nos tocó en el mismo equipo). El chico se llamaba Azael y hablando dentro del juego nos dimos cuenta que teníamos muchas cosas en común, salvo la edad, él tenía 24 años y yo 19 (casi 20). De la nada escuché una voz que no me resultó para nada conocida, era Azael, que me estaba pidiendo mi número de teléfono para que podamos hablar con más comodidad. Al principio dudé, pero luego procedí a dárselo ya que él seguía insistiendo. Primero me pareció raro, pero luego entendí que Azael tenía razón y que podía ''confiar'' en él.

Ese fué mi primer error.

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