El extrañarte me causa un lío mental constante.
Quiero volver a lo de antes, pero la duda de que sea demasiado tarde, me consume bastante.
A veces tengo el impulso de volver a hablarte, pero me detiene el temor de volver a fallarte.
No tomaré la iniciativa porque el orgullo se mantiene dominante, incluso es más fuerte que el deseo de hablarte.
Es tarde? Quisiera preguntarte, pero me resigno a tratar de olvidarte, aunque mi cerebro te recuerde a cada instante, y me haga escribirte millones de frases.