𝐒𝐔𝐏𝐎𝐒𝐈𝐂𝐈𝐎𝐍𝐄𝐒 𝐈𝐍𝐂𝐈𝐄𝐑𝐓𝐀𝐒

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Voces inundando el lugar y de entre la cortina corrediza luz se esparcía de manera pobre en la oficina

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Voces inundando el lugar y de entre la cortina corrediza luz se esparcía de manera pobre en la oficina.

Podía oír la ola de quejumbre proveniente de las voces de los empleados al ser hora de almuerzo y, sin embargo, tener tanta carga de trabajo encima que la oficina principal se atrevía a enviar como si fuesen máquinas sin derecho a descansar. Entendía por completo él sentir de aquellos trabajadores, pues, en ese preciso instante sentía que la corbata me agobiaba mucho más que en otros días.

Todo hasta que de forma espontánea, por el rabillo del ojo noté como una sombra se acercaba hacía la puerta, incluso escuchaba un tararear que me hizo reconocer la voz de Bárbara de inmediato.

—Disculpe Jefe, con su permiso. El joven Ray ha solicitado ingreso a la oficina —avisó cortésmente mi secretaria. Podría jurar que estuvo a punto de realizar una reverencia, de lo más extrañado solo asentí. Bárbara sonreía tan genuinamente que comparándolo con la gran presión que la oficina emanaba, se sentía impropio de la situación.

Desde ese momento sentí una extrañeza inexplicable.

—Ohh, ¿Ray por aquí? Gracias Bárbara. Déjalo pasar —Llevé a cabo un ademán con la mano mientras procesaba el por qué del interés de Ray en venir directamente hacia aquí. Era extraño pues a Ray no le gustaba precisamente visitar cuando me encontraba en la empresa. Decía que el ambiente le era desagradable, por ello el prefería el trabajo desde casa.

Esperé unos segundos en los cuáles Bárbara se marchó y dio paso a mi amigo de toda la vida.

—Hey, ya me hacía falta una visita a mi viejo amigo —saludó tomando asiento en la silla frente a mí.
Solté una carcajada apenas procesé bien lo que mis ojos estaban observando y al darme cuenta del raro atuendo que portaba no dudé en barrirlo con la mirada.

Ahora entendía el porqué de su seco y hasta un tanto desganado saludo.

—¿Acaso desde ahora dejas que tú madre elija tu ropa? Jajaja —Bromeé, y al ver como rodó los ojos pude afirmar mi hipótesis.

Y es que Ray vestía un antiguo pantalón campana vaquero, era probable que lo hubiera robado del armario de su padre, pensé, para luego mirar que la siguiente prenda que componía su atuendo era el característico peinado en el cuál se utilizaba gran cantidad de gel para el cabello. Todo vuelto hacia atrás dejando a la vista su otro ojo. Aquel que odiaba estuviera expuesto gracias a eso ahora no podríamos llamarlo más "Cíclope"

Y, por último, pero no menos importante, la camisa bien planchada y abotonada hasta el último punto.

A cuadros, ciertamente la ropa con figuras geométricas nunca fue la pasión de Ray.

Al notar lo mucho que lo analizaba, sus ojos se notaron sombríos y hasta tenebrosos. Como si me amenazaran con solo un vistazo y, entonces, volteó indignado de los pies a la cabeza.

Rencontre inattendue | NorEmma DayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora