1 Ojos azules

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-No, no no te acerques mas- Con el sudor en la frente, y el pelo pegado a la nuca por el terror que sentía intente dar un paso atrás, pero las piernas no me respondian. Postrado ante mi un enorme demonio, algo parecido a un tiranosaurio rex con alas completamente rojas, con unos huesos colgando irregulares, un enorme cuerno sobre su ocico dentado con colmillos afilados. Y lo mas aterrador sus ojos, su enormes ojos completamente negros. ¿Que podría hacer yo, una simple chica de 16 años ante aquel enorme mountruo?

Intente acercarme a la daga que esta suspendida en el filo de la encimera blanca unos pasos por detrás de mi, pero esa cosa se dio cuenta. Soltó un gutural gruñido y se abalanzó sobre mi con la suficiente fuerza para haber aplastado sin ningún problema un camión. Por suerte la daga que antes estaba suspendida en la encimera cayó a unos centímetros mi, la alcé en un intento de cortar su enorme cuello. No funcionó. Unos segundos después el monstruo había arrancado con sus enormes zarpas la daga de mi mano. Y estaba apunto de alcanzarme con sus garras cuando... "Piiii, piiii" - Son las siete de la mañana en Algeciras, hoy hace un día despejado y soleado de primavera. Señoras y señores les deseo una buena mañana y...- Me levante jadeando por el miedo. ¿Todo había sido un sueño? Me apresuré a levantarme y cambiar mi desgastado pijama verde y amarillo por mis jeans y un top rojo.

Baje las escaleras esperando a ver a mi madre, como siempre adormilada con su taza de café en la mano y los ojos perdidos en la nada. Pero no. La casa estaba desierta. Sobre la mesa una nota que decía "He salido, tenía que hacer algunos recados antes de que te despertaras, tienes tortitas en la nevera, calientalas y ni se te ocurra irte sin desayunar. Estaré allí para la comida. Te quiere. Mama." Deje la nota sobre la mesa y me acerqué a la nevera y cogí el plato con las tortitas y lo metí en el microondas junto a una taza de café. Sin darme cuenta, y como siempre, me perdí en mis pensamientos, cuando regrese de mi mundo, ya había parado el microondas me acerqué y tomé un sorbo de la taza de café y me tome a la prisa una de las trtitas.

Dejé el plato y la taza vacíos en el fregadero y me fui hacia el baño, me cepille rápidamente el cabello pelirrojo, me lave los dientes y me puse un poco de maquillaje para ocultar las ojeras.

Saliendo del baño, agarre mi mochila, las llaves y salí por la puerta dando un gran portazo a mi espalda. Otro aburrido día empezaba, otro lunes en un instituto en el que yo no encajaba. Otro lunes esperando a que sonara la campana para poder escapar de allí y volver q mi casa, mi santuario, el lugar donde podía ser yo misma.

De camino al instituto observé a una pareja de emos dándose el lote en medio de la calle. A un par de los de el club de deporte peleándose. A un par de chicas cuchicheando sobre un chico que estaba parado en la puerta del instituto, un chico al que yo no había visto antes. Era alto con los ojos de el mismo tono de azul que su pelo, delgado de aspecto fuerte, como si pudiera levantarte con una mano pero a la vez demasiado delgaducho para que los del club de deportes se fijaran en el como nuevo fichaje. Llevava unos pantalones negros junto a una camisa blanca con el cuello y las mangas negras, una chaqueta negra remangada hasta el codo. Tenía varios peercings por toda la cara, dos en la ceja derecha, uno a cada lado de la boca en el labio inferior de su cara, otro el nariz, también tenía el las orejas, en la derecha dos en la parte bajas al que unido con una pequeña cadena habia unido uno el la parte superior, y en la izquierda un simple pendiente, todos su peercings eran negros. Al mirar su pálida piel y su tez perfecta me entraron ganas de sacar mi cuaderno de dibujo y retratarle, pero retuve el impulso, ya me costaba encajar como para que ahora todos me miraran raro por ponerme a dibujar en medio de la calle a un chico al que ni siquiera conozco.

Me dirigía a entrar cuando el mismo chico al que antes había estado obserbando se puso delante de mi cortandome el paso. - Eres mari verdad, necesito hablar con tigo a solas, sigueme- Dijo con una voz muy atractiva. - Como sabes mi...- No esperó a que respondiera, se dio la vuelta y empezó a caminar hacia la parte trasera del instituto. Le seguí sin decir palabra hasta llegar junto a un gran árbol que desde que tenía memoria había estado junto al instituto. Se paró a la vera del árbol y bajó la cabeza para mirarme, era unos diez centímetros mas alto que yo, y mirandolo de cerca pude distinguir una cicatriz que le recorría la mitad del cuello.

- Oye quien er...- volvió a interrumpirme.
-Enseñame la muñeca- Dijo mientras señalaba mi brazo
-¿Que te enseñe que...?- Cogió mi brazo y me remango la manga de la chaqueta hasta el codo.
-Que extraño- Puso una cara de perplejidad y me soltó el brazo.
-¿Extraño por que?- Dije muestras me abrazaba a mi misma. Hacía frío no como había dicho la radio esta mañana.
-No importa. Bueno ahora tienes que venir con migo.- Me vivió a coger del brazo pero esta vez para tirar de mi hacia la calle.
-Yo no voy a ninguna parte, no te conozco, ni siquiera te has presentado y lo único que has hecho es interrumpirme a cada momento.- Me solté con un rápido y brusco movimiento.
-Perdona, me llamo Luke, Luke blackward. ¿Bien ahora vas a venir con migo?- Parecía impaciente.
-¿Ir a donde?- Intente poner mi cara de enfado más convincente, no funcionó.
-A un lugar en el que puedas estar a salvo- Habló con una voz como la que utilizarías para explicarle a un niño pequeño que no puede hacer algo.
-¿A salvo de que, de los balonazos de la hora de gimnasia, de el exceso de peso de las maletas? Porque aunque ninguna de esas cosas me gusten no son para tanto- realmente ese chico me miraba muy impaciente y cada vez mas cabreado.
-No puedo explicártelo ahora, pero por favor ven con migo y lo entenderás- Y volvió a tirar de mi hacia la calle pero esta vez con mas suavidad.
-Lo siento yo no voy a ninguna parte, las clases están a punto de empezar y como mi madre se entere de que hize pellas con una especie de mezcla entre gótico y emo me matará.- Me solté me di la vuelta y me fui hacia la puerta del instituto. Sabía que el me estaba llamando aunque apenas le oí, estaba centrada en otra cosa. A unos pasos delante de mi estaba parado un chico rubio con los ojos azules, aspecto desaliñado y a la vez muy atractivo. Era Harry, un chico al que le ancantaba el anime, los buenos libros y el cine, además llevábamos saliendo juntos unas semanas. Lo conocí en un concierto de mi grupo preferido. Al principio solo éramos amigos, aveces el venía a mi casa a jugar a la Xbox, pero desde que me besó en la fiesta de cumpleaños de Claudia habíamos estado saliendo.

Se acercó a mi como un tiburon rondando a su presa y me besó, como siempre hacía al verme. El era el tipo de chico que enloquecía a todas las chicas, y que también se enrollaba con todas, aunque el decía que eso ya era agua pasada, que ahora lo único que le importaba era yo.
-Hola hermosura, ¿que tal tu mañana?- Posó su mano sobre mi mejilla.
-Supongo que bien- Derrepente por mi mente pasó la imagen de el chico con el pelo azul apoyado en la pared. Aunque mis pensamientos fuero cortados por el timbre que avisaba que empezaban las clases. -Supongo que deberíamos subir-
-Eh, ve yendo tu, tengo algo que hacer esta primera hora- Dijo mientras se aprataba de mi e iba hacia la puerta del instituto. Con un encogimiento de hombros me dirigí a la primera clase.

A primera hora me tocaba clase con la señorita Enma que era profesora de biología. Era el tipo de profesora que trataba a todos los estudiantes como sus pequeños niños. Empezó la clase explicando algo sobre plantas, luego sobre ecosistemas, y cuando llegó a los animales a mi ya me iba a explotar la cabeza. Detestaba biología. Con la idea de despejarme un poco le pedí la profesora permiso para ir al baño.

Salí apresuradamente de la clase y me dirigía al cuarto de baño de chicas cuando escuché el sonido de algo destrozándose en el cuarto de la limpieza. Me acerqué a ver si algún gato se había quedado en cerrado o algo. Pero para mi sorpresa dentro estaba Harry, pero no estaba solo sobre el estaba Anna, una de las animadoras, estaban con los cuerpos entrelazados mientras se besaban.

Intente salir de allí sin hacer rido pero me tropecé y tire uno de los tarros metálicos de la estantería, que resonó fuertemente en el suelo. Ellos se separaron al instante y yo, que quería salir corriendo, me quedé paralizada. El se levanto al instante. - Mari no es lo que parece...- Intentó acercarse, pero gracias a Dios las piernas que antes no me respondía ahora habían tomado su decisión de salir corriendo sin necesidad de ayuda.

No sé por cuanto tiempo estuve corriendo pero mis piernas estaban agotadas, me paré al cruzar una esquina, en una zona llena de edificios abandonados. La calle estaba completamente desierta, aunque así lo preferia, ahora prefería estar sola. Me senté en el suelo y pasé mis manos por mi rostro, estaba mojado ¿había estado llorando? Con tanto correr para alejarse lo más posible de allí ni siquiera me había dado cuenta. Ahora solo quería estar tranquila.

La liga de los no muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora