cuatro

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Para Lucy ver tanta gente a su alrededor le abrumaba, le sofocaba, aún no se acostumbraba pero intentaba calmarse y tener valentía.

Tenía hambre y el olor a carne a la parrilla hacía que su estómago rugiera mucho más, así que decidió entrar al bar. Al entrar lo primero que percibió fue una melodía lenta y romántica, similar a una balada; la luz era tenue dándole un toque mas romántico al lugar, habían meseros caminando de un lado a otro y la mayoría de las mesas estaban ocupadas.

Lucy comenzó a incomodarse y sintió como si alguien la observara fijamente, alarmada pensando que podría tratarse de Abraham buscó a sus alrededores, se detuvo totalmente sorprendida al encontrarse con aquellos ojos. No eran de su padre, sino de un chico jóven y atractivo, era el vocalista principal del grupo que tocaba esa noche.

No apartó sus ojos de los de ella mientras cantaba una suave canción de jazz, Lucy se quedó estática observándolo con su boca semiabierta, sintió un ligero cosquilleo en su estómago y un tibio calor en su pecho, ella no entendía porque su cuerpo reaccionaba de esa forma, era extraño. Entonces él sonrió y el calor que Lucy sentía en su pecho ahora se había posado sobre sus mejillas, de inmediato abrió mucho sus ojos y agachó su cabeza con una sonrisa en el rostro, estaba avergozadísima, pero por alguna razón se sentía bien. Volvió a levantar la mirada hacia él, pero el chico estaba mirando hacia otra dirección, Lucy decidió sentarse en una mesa cercana que estaba vacía sin saber que hacer, se quedó ahí unos minutos observando los nudillos de sus dedos.

-Buenas noches señorita, ¿desea ordenar algo? -le habló amablemente un jóven mesero de cabello negro, al no ver respuesta por parte de ella le tendió la carta, Lucy la tomó tímidamente- escoja tranquila, volveré en un momento.

Abrió el folleto que le había ofrecido el mesero donde se encontraba el menú del bar, se sorprendió demasiado, ella no entendía nada, tantas letras y números revueltos la confundían, Lucy nunca fue a la escuela, por lo tanto no sabía leer ni escribir y mucho menos sumar, miro a su alrededor y después de nuevo al menú, su corazón empezó a acelerarse debido al pánico. El mesero se acercaba con una libreta en sus manos.

-¿Y bien? ¿Ya decidió que ordenar? -él la observó atentamente dispuesto a escribir el pedido en su libreta.

-eh... -ella sólo quería comida fuera lo que fuera, buscó a su alrededor y vió unas alitas de pollo humeantes sobre un plato que llevaba un mesero al pasar a su lado, se veían deliciosas y jugosas, totalmente irresistible para ella- quiero eso de allí, sí eso -señaló el plato con las alitas y su estómago gruñó.

-Bien, entonces sería unas alitas BBQ especiales -a Lucy le gustó el nombre de dicho platillo- ¿y de beber? ¿una limonada? se la recomiendo, es muy buena -ella sólo asintió, él apuntó todo en la libreta- ya le traigo su pedido señorita.

Esperó con impaciencia a que la comida llegara, su estómago estaba ansioso y no podía aguantar mas, a lo lejos venía el mesero con un plato y vaso de limonada en mano.

-Aquí tiene -lo colocó en la mesa gentilmente- espero que lo disfrute.

Lucy estaba sorprendida al ver aquellas presas de pollo cocinadas a su punto, luciendo tan jugosas, tan suaves pero crocantes al mismo tiempo, humeaban y para ella su olor era como el mismísimo paraíso, sentía como si estuviera próxima a comer el plato mas lindo y bueno de su vida, se relamió los labios ansiosa y dió su primer mordisco, entonces desde ahí no pudo detenerse.

Devoró sus alitas y limonada en pocos minutos, pero eso no fue suficiente, ordenó tantas alitas y limonadas hasta no poder más, se devoraba cada una en pocos minutos sin importar como le viera el resto de la gente, que ya estaban bastante sorprendidos al ver como una chica puede comer así, incluso algunos hacían unos cuantos comentarios de disgusto sin siquiera conocer su condición.

Su estómago estaba completamente lleno, descubrió que una de las experiencias mas satisfactorias de la vida era comer comida deliciosa hasta que su estómago fuera a explotar, quería creer que era la chica mas feliz de todo el universo, así fuera solo por esa noche. Se recostó sobre la mesa, estaba agotada pero completamente satisfecha, sonrió y cerró sus ojos lentamente.

                                                                                                                                  .  .  .

Las horas pasaron y Lucy llena de confianza continuaba durmiendo plácidamente sobre la mesa, un personal del bar tocó su hombro y ella se despertó asustada, limpió con el dorso de su mano un poco de saliva que tenía cerca de su boca.

-Disculpe señorita, pero el bar va a cerrar ya, por favor necesitamos que se retire -ella lo observaba inocentemente, el jóven le entregó un recibo- aquí tiene su cuenta.

Lucy no comprendía nada, se sentía desorientada y no recordaba el lugar en el que se encontraba.

-No, no... no entiendo -dijo adormilada, masajeó sus ojos intentando aclarar su vista.

Él mesero irritado y con altas ganas de irse a casa, se acercó a ella y la miró fijamente a los ojos.

-Si el bar cierra -agudizó un poco su tono de voz, como si le hablara a un niño pequeño- significa que ya no puedes estar aquí y esto -señaló el recibo sobre la mesa- significa que debes de pagar por la comida que deboraste hace un rato -le sonrió falsamente y se contuvo por no rodar los ojos.

Se irguió de nuevo y arremangó su camisa, Lucy asintió lentamente y se hundió en su silla, se sentía diminuta, insignificante, sentía miedo de que aquel hombre perdiera la paciencia en cualquier momento y la golpeara, miedo de dormir en la calle esa noche o por el resto de su vida, entonces comenzó a llorar, lágrima tras lágrima corrían por sus mejillas, su grasienta cabellera cubría su rostro y mantenía la cabeza baja.

Él chico escuchó unos débiles sollosos, la observó sorprendido, tocó el puente de su nariz con sus dedos e intentó contar hasta diez para mantener la calma, suspiró pesadamente y caminó hacia la barra.

-Llamaré a mi jefa -dijo molesto más para él mismo que para Lucy.

Lucy. [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora