Capítulo 3

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__🦋••Capítulo 3••🦋__

Hoseok miró su reflejo en el espejo, ese vestido rojo estrechándose en su delgada cintura y lo suficientemente corto para mostrar sus ligeramente torneados muslos lechosos, su cabello iba recogido por una peineta a juego con su vestimenta, quedando sus hombros y cuello expuestos, sobre su rostro una máscara de colores dorados y plumas igualmente rojizas en la parte superior.

Hace un tiempo atrás se miraría con sus ojos inyectados en duda por su atuendo que sabía sería calificado por muchos como "revelador" pero ya eso era parte del pasado, había hecho eso tantas veces, tantas que los nervios había disminuido considerablemente, además de que había descubrido que no había algo mejor que subirse al escenario, moverse al ritmo de la animada música con ese ligero vestido y zapatos cómodos, eran de las cosas que más amaba, podía ser libre, vivir de la mano de la locura y perseguir sin miedo la curiosidad, ahí no era Jung Hoseok, ni chica ni chico, solo era una bailarina que había aparecido de alguna parte y había llegado para quedarse, podía ser lo que sea que quisiera y verse de cualquier manera, no importaba, ahí solo era él mismo, su propia persona, podía mover ese lindo vestido sin pudor por el que dirán, la máscara le ahorraba esas preocupaciones y además, todo esto a la gente le gustaba, los silbidos que no se hacían faltar al final de sus presentaciones, no estaban los prejuicios inculcados por su familia en eso momento, daba igual que bailara con ropas algo indecentes,  a la gente le valia un bledo, hasta les gustaba que lo hiciese. Si le preguntaran cual sería su concepto de libertad respondería sin dudar que esos momentos.

Retocó una vez más el labial carmín, una brillante sonrisa dedicada a su reflejo y esa sensación burbujeante de anticipacion y nervios que siempre sentía retorcerse en su estómago antes de salir ante el público, ¿su destino?, el escenario por supuesto, tenía un show que dar.

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Taehyung hablaba animadamente con Jungkook, ambos sentados en la barra bebiendo aguardiente y cotilleando como solo dos borrachos pueden hacerlo, a esas alturas habían hablado de todo un poco y bebido como si no existiera un mañana, lamentablemente el mañana estaba a la vuelta de la esquina a la par de una estrepitosa resaca.

—Oh hombre, está a punto de comenzar—espetó de repente Jungkook a su lado, cortando las palabras que estaba diciendo anteriormente y bebiendose el resto de su bebida de un trago antes voltear sobre su asiento y dejar que su mirada atenta barriera el pequeño escenario al fondo del Dolce.

—¿Qué va a comenzar?—se encontró a si mismo preguntando sin poder detenerse. Giró igualmente su butaca y esperó por algún tipo de explicación del hombre a su lado.

—Ya lo verás─un brillo perverso destelló en los ojos del hombre, jactándose de ser misterioso solo como un borracho podría hacerlo—oh, aquí está.

Jungkook miraba con emoción como las luces se apagaban, con sus ojos brillando y muy abiertos, como si se le fueran a salir en cualquier momento o temiera a pestañear si quiera y perderse de los sucesos tan importantes que estaban por dar inicio según él.

Por el escenario se desplazó una figura, llevándose la mirada de Taehyung que estaba anteriormente sobre Jungkook mientras fruncía el ceño confundido y definitivamente curioso. Cuando el foco—siendo la única luz prendida y predominante— enfocó se pudo ver a una chica la cual estaba muy quieta, con los brazos estirados y los pies en punta de manera agraciadas.

Entonces la música comenzó desde alguna parte, no podría decirlo, pero apenas lo hizo esa mujer comenzó a bailar, dejandolo cautivo con y de su arte. Sus pies se movían libremente, enfundados en pequeños zapatos oscuros, llevándola de un lugar a otro con una gracia devastadora, como si la mitad superior volara y la inferior era un pequeñísimo cable que la conectaba medianamente a tierra, sus manos iban con gracia, libres y delicadas, como regocijándose en el aire como el aleteo de un cisne y en alguna que otra ocasión moviendo el rojo vestido de vuelos de un lado a otro al compás de sus caderas, oh, el vestido, esa prenda roja se veía fina, ajustada como si fuera una segunda piel justo en los lugares correctos y enmarcando la delgada figura de la bailarina, sus tambaleos armoniosos provocados por el baile lo movía elegantemente mostrando unas bonitas piernas.

Butterfly | vhope [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora