◾️El Campamento◾️

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Copyright © 2021 Germán M. Ortega

Esta historia se la dedico a los amantes de los relatos cortos, a los que les gusta leer.

Gracias por el apoyo 🙏🏻

¿Comenzamos?
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Cinco chicos están sentados alrededor de una pequeña fogata.

Uno de ellos, tenía una guitarra en su mano y tocaba una suave melodía, mientras los otros escuchaban. Era un chico moreno, de unos dieciséis años de edad, de complexión delgada, la cara invadida por el acné juvenil y un pelo oscuro como el azabache, se arremolinaba en su cabeza en forma de rizos.

A su lado, una muchacha, blanca como la cal, escuchaba embelesada las melodías que tocaba el chico de la guitarra. Estaba apoyada sobre sus rodillas, con ambas manos sosteniendo su cabeza. Su pelo era lacio y le caía sobre un hombro, peinado en una maravillosa coleta china, era rojo oscuro como la sangre. Su cara era de rasgos finos, aparentaba ser mayor que los otros, tal vez dos años más.

Frente a ella, estaba otro chico. Era callado, tenía la vista clavada en las llamas de la fogata, que bailaban al compás del viento. Sus brazos estaban cruzados a la altura del pecho y siempre mantenía la cabeza gacha. Tenía el pelo corto, le daba un aspecto mucho más varonil, sumado a la sombra de una barba que aún no había salido.

Un chico con lentes estaba sentado a su lado. Una sonrisa estaba dibujada en su cara, disfrutaba la buena música que oía. Iba moviendo la cabeza al son de la melodía, y tarareaba algunos versos. Era un chico delgado, de pelo rubio como los rayos del sol, peinado de una forma muy recia, lo tenía casi pegado al cráneo.

Solo quedaba una chica, que estaba sentada contigua al de los lentes. Era hermosa, esbelta, su cara era lisa y delicada como los pétalos de una rosa. Su pelo era oscuro, como la oscuridad que los rodeaba, lo llevaba suelto y le caía hasta la mitad de la espalda. Tenía un libro en su mano y lo leía calladamente.

«Bajo la luna y las estrellas» —cantaba el chico moreno, con una voz angelical.

—¿Qué hora es? —preguntó la chica del pelo rojo. El chico de la guitarra dejó de cantar.

—¿Ya te vas a dormir? —preguntó el chico.

—No… pero…

—Pues, olvida la hora —el chico miró a los demás—. ¿Vamos a la cabaña?
Los otros asintieron con gesto pesado, solo el de los lentes respondió con ánimo.

La cabaña era espaciosa, por fuera estaba hecha de gruesos troncos de madera y techo de tejas rojas. Tenía a cada lado de la puerta unas ventanas de cristal, con cortinas de color rojo en el interior.

Un cartel de bienvenida adornaba el umbral, y una alfombra en el suelo. Dentro estaba muy cómoda, había dos camas grandes, en las cuales podían dormir tres chicos en una y las dos chicas en la otra. Había una pequeña habitación dentro de la cabaña; era el baño. Una chimenea estaba situada en la pared contraria a la de las camas, y delante tenía un sofá de tapizado azul claro.

—¿Y que hacemos ahora? —preguntó la del pelo rojo.

—Yo me voy a dormir, estoy agotada —la muchacha del libro, se dirigía a la cama.

El chico moreno reaccionó rápido y se situó frente a ella, con los brazos abiertos.

—Venga… ¡Vamos a jugar a algo! —dijo emocionado.

—¿Qué?

—Pues, no sé… —pensó un momento—. ¡A verdad o reto!

Los demás fingieron estar de acuerdo. Todos se sentaron en un círculo pequeño, con una botella en el centro.

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⏰ Última actualización: Sep 01, 2021 ⏰

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