Sobreviviendo contigo.

Almuerzo agitado

Faltaba poco para comenzar la tarde, pues eran las 11 am, un azabache y a la vez albino estaba acostado en el frío suelo de una vieja casa abandonada sin muebles, estaba cerca de la ventana, lo poco que podría llegarle a iluminar era la luz que entraba por esta misma, se veía cansado y con intenciones de dormir, algo que hace de manera cotidiana, pues es un vagabundo sin nada más que hacer que sobrevivir.

Al haber despertado desde hace ya horas había divulgado comida en las bolsas de basura en la ciudad apenas si encontrandose desperdicios, como sobrantres de hamburguesa, hot dogs, etc. Nada que realmente pueda sustentarle para todo un día, era complicado encontrar comida buena, sin que este con hongos o podrido, por ello quería descansar para guardar energía y volver a buscar alimentos, agradecía que su compañero le recomendará estar aquí y ayudase a buscar una casa no tan hecha desastre donde no correría un peligro, por ejemplo: que se caiga el techo de la casa.

Se quedó pensativo por unos buenos momentos, el recuerdo constante de "¿cómo terminé aquí?" Venían, siempre antes de dormir aquellos pensamientos negativos no dudaban en atacar, lo que se le dificultaba el proceso de descansar, maldecia a la vida por las experiencias que le dió; el frío, el hambre, la sed, detestaba vivir esto.

Por fortuna, esos pensamientos no llegaron a más, pues nuestro queridisimo y ya mencionado compañero llegó, el mismo azabache se sorprendió, pues siempre vive pensando que algún día su amigo no regresará, y como ya era costumbre, este rompía aquél pensamiento.

- Hola, ya regresé. - Habló aquél chico, quién también poseía el cabello blanco y negro, aunque en diferentes lados, se había sentado en la ventana.

- Amber... Pensé que no volverías.

- Siempre piensas lo mismo, Dash. - contesto a su amigo Dashiell, no comprendía mucho ese temor.

- Lo sé, lamento eso, ya sabes como soy.

- Si, deberías dejar de ser tan negativo, venga, para ayudarte y distraerte te mostraré algo. - Se alejo de la ventana y un poco de la casa, acción que Dash imitó para salir más rápido.

Al estar afuera apreció a su amigo bastante contento, mostrándole como si fuera la octava maravilla una bicicleta negra, estaba inclinado y con un brazo arriba y otro hacía abajo, sus ojos brillaban de la emoción, esperando la reacción de su amigo.

Dash apreció la bicicleta, por su rostro se podría pensar que le daba igual, pues tarda unos segundos en reaccionar a las sorpresas, estaba contento, este para no mostrar desinterés se acercó corriendo hacía su amigo recorriendo con la palma de su mano el cuerpo de la bicicleta, se veía con una mejor emoción que antes.

- Esta increíble! Imagina todo lo que podrías y podríamos hacer con este bebé. - halago el transporte de su amigo.

- Muchas cosas... - Comenzó a imaginar Amber travesías y desastres, su amigo conocía esa mirada, pero la dejo pasar. - Tienes hambre?

- Ah, si... - Rasco su nuca apenado.

- Ven, te llevaré a comer! - Dijo con una enorme sonrisa subiendose a la bicicleta, en la parte de atras había algo donde Dash podría sentarse, pero en realidad era para llevar cosas. El azabache se subió por atras, colocando sus pies en unos tipos tornillos grandes algo sobresalientes que sostenian la rueda, su amigo comenzó a pedalear, saliendo de aquél lugar.

Dash apreciaba el camino de ida, veía como se alejaban de la casa hasta poco a poco irse adentrando a la ciudad atra vez de un callejón; mientras iban, el joven anterior mencionado iba sintiendo la brisa fresca de andar en bicicleta; habían varias personas caminando yendo a comer como ellos, algunos estaban sentados comiendo pizza, platicando o incluso negociando; se podía ver también a algunos animales correr, como perros callejeros cruzandose con perros de raza o simplemente en un buen hogar, algunas palomas comer desperdicios , sobre todo pan y las migas; su vista seguía en el ambiente, pero ese acto se solía interrumpir cada que Amber debía girar, pues le daba miedo caer y lastimarse.