EL CABALLERO TEMPLARIO

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Era un día soleado, me despertaron los brillantes rayos de sol que atravesaban la claraboya de mi habitación, al levantarme la abrí, y pude notar el aire puro que se respiraba, en ese momento pude contemplar el precioso pueblo donde vivía llamado Tosa de mar. Este pueblo era pequeño en extensión, pero sus gentes, su cultura y su historia lo enriquecían y lo hacían más grande.

Éramos una familia noble sin demasiados privilegios. Teníamos una casa y alimento, todo lo necesario, para poder conseguirlo mis padres trabajan en las tierras que mi madre había heredado de su familia, de ellas sacaban algunos beneficios que eran suficientes para abastecernos. Vivíamos en una casona, a las afueras del pueblo, bastante alejada del casillo. Al principio todo parecía normal hasta que al abrir la puerta encontré una carta, esta tenía una cruz gruesa y roja con los extremos achatados, me pareció extraña así que nada más verla se la entregué a mi padre, llamado Fernando, él se retiró a otra habitación más alejada para leerla en soledad así que decidí salir como tenía previsto y evadirme del contenido de la carta. Al salir al callejón al que daba la casa y dar la vuelta a la esquina encontré a Catalina, una monja que paseaba todos los días por los alrededores de la ciudad. Se dirigió a mi muy decidida y me preguntó si habíamos recibido la carta y eso me alertó y me preocupo tanto que sin pensármelo dos veces salí corriendo hacía mi hogar. Cuando llegué vi los rostros de mi familia, tenían un gesto abatido y desanimado, harta de esperar y deseosa de saber por fin que contenía esa carta se la arrebaté a mi padre de sus manos y comencé a leerla.

Tras leer aquella carta comprendí muchas cuestiones que habían ocurrido en el pasado, mi abuelo había fallecido, él fue un templario y perteneció desde su juventud hasta su muerte a la Orden de los Caballeros Templarios, falleció en combate defendiendo la tierra Santa. Yo sabía que mi abuelo era un caballero pero nunca imagine que perteneciera a una orden tan importante como la de los caballeros templarios y muchísimo menos que fallecería en combate. Ya que él pasaba mucho tiempo fuera debido a su deber como caballero no pasábamos mucho tiempo juntos y tampoco pude despedirme, así que solo que esos pensamientos rondaran por mi cabeza hacía que me sintiese más apenada. Pero eso no era todo, debido al desgraciado final de mi abuelo había quedado un puesto libre en la Orden y todos los caballeros que la formaban querían que fuese mi padre quién ocupara su puesto. A mi padre en un primer momento no le resultó de agrado la idea, pero el sentimiento de pesar y amargura le hizo cambiar de opinión y así continuar el legado de su padre.

Y así fue como mi padre se convirtió en un caballero templario...

Fue algo inesperado para todos, pero en un abrir y cerrar de ojos nuestra vida y sobre todo la de mi padre cambio por completo. Pasó el mediodía, paso la tarde y al llegar la noche todo seguía en silencio, nuestro hogar permanecía en un sigilo completo, después de lo ocurrido por la mañana era algo de esperar porque no estábamos acostumbrados a digerir noticias semejantes a las anteriores.

Pasaron unos días e intente desviar mi atención en acciones que me ayudaran a evadirme de la situación, así que después de esos días de aislamiento decidí salir de nuevo fuera, en cuanto puse un pie en aquel camino empedrado pude apreciar con mayor detalle los elementos que iba encontrando, de pronto escuché un ruido y me alarme, en cuánto me di la vuelta pude observar una acequia que iba repleta de agua y el sonido tan relajante que generaba, me transmitió mucha calma, mis oídos percibieron también el precioso cantar de los pájaros y los rayos del sol acariciaban ligeramente mi rostro, lo cual fue una sensación muy agradable e hizo que me sintiera mejor.

Tras estar un tiempo paseando por los alrededores del castillo, me cautive de los olores y colores que tenían los jardines que albergaban unas preciosas flores, con la mente más despejada y un pensamiento más claro, decidí volver a mi hogar.

Al volver a casa, mi familia recibió otra carta y al conocer el contenido no supe decidir cuál de las dos cartas contenía una noticia más agridulce, mi padre debía marcharse. La carta informaba a mi padre de que debía de comenzar su viaje como caballero templario y que además como conmemoración a su padre debería utilizar su armadura y su caballo para defender ante todo la tierra santa y acometer con fidelidad los votos sustanciales de los templarios.

Y así fue, mi padre inició su andadura como templario durante un largo periodo de tiempo. En su ausencia el tiempo paso más lentamente de lo que me esperaba y cada segundo del tiempo transcurrido parecía ser una hora, aunque el resto de mi familia permaneció unida yo sentía de nuevo un sentimiento de pérdida y soledad. Pasaron las horas, los días y con ello los meses y cada vez mi paciencia se iba consumiendo más y más. Cuando transcurrió un año, decidí que era hora de asumir que pronto nos llegaría otra carta, la cual tendría como contenido otra noticia fatídica.

De nuevo mí instinto no me traicionó y pasados unos días nos llegó otra carta, yo fui la primera en leerla y la verdad no era lo que me esperaba, mi padre estaba bien la carta era suya y en ella nos comunicaba que pronto volvería a casa, con nosotros. La alegría invadió mi cuerpo por primera vez en mucho tiempo, sentí un sentimiento de júbilo en mi interior y comprendí que quizás era yo misma la que había provocado ese anterior sentimiento de soledad y no mí alrededor.

Al cabo de unas semanas mi padre regreso a nuestro hogar y nos relató historias increíbles, tanto buenas como malas, sobre sus vivencias durante su viaje en el cual tuvo que luchar junto a los demás caballeros en la batalla de Seforia, según mi padre la batalla más dura en la que tuvo que combatir, pero de la cual afortunadamente salieron victoriosos y con vida.

Desde entonces mi padre realizaba alguna que otra travesía, pero de una duración corta de unos meses como mucho, por tanto todo volvió a la normalidad, nuestra familia estaba unida de nuevo aunque con la pérdida de mi abuelo.

Historia narrada por Julieta. 

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