Guerra

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Un día realmente bello había sido manchado por la tensión que había en aquella gran mansión perteneciente a una de las familias más influyentes del reino. Aguardando la espera, todos estaban en total silencio. Viéndose unos a otros, trataban de describir las posibles jugadas de sus contrincantes, totalmente en vano.

—Ahora que estamos todos aquí —habló Luigi Claes con una voz calmada, pero que, sin duda, tenía una pizca de enojo y seriedad—, es hora de comenzar la reunión.

Todos enfocaron su mirada en el duque Claes, esperando que éste siguiera hablando y guiando la reunión, pero el señor de aspecto joven dejó de hablar, algo que incomodó a los presentes. ¿Qué se suponía que tenían que hacer si el duque Claes no hablaba? ¿Realmente estaba muy enojado? Preguntas rondaban y rondaban por las mentes de los presentes, mortificándoles el silencio que había surgido.

—¿Y bien? —Luigi pareció entender lo que sucedía.— ¿Nadie piensa hablar?

La familia real, a pesar de tener mayor poder, en estos momentos no tomaban la palabra. Algunos se miraron entre ellos, viendo si alguien quería tomar la palabra, pero fue hasta que el señor Ascart alzó la voz que todos se llenaron de confianza.

—Antes que nada, duque Claes, la familia Ascart quiere ofrecer sus disculpas por el atrevimiento que tuvieron mis hijos de caer en la tentación de manchar a la señorita Catarina —el Ascart mayor apenas iba a levantarse para hacer una reverencia de arrepentimiento, pero Luigi interrumpió sus palabras y acciones.

—Señorita Claes, por favor —corrigió el duque —, ninguna de ustedes, con todo respeto, no tienen el derecho a llamarla por su nombre después de semejante atrevimiento por parte de sus hijos.

Claro que lo sabían, pero el escucharlo de otra boca solo los avergonzaba. Eran familias de alto nivel y se suponía que ellos tenían una imagen que dar ante la sociedad. Sus valores familiares fueron pisoteados por sus propios hijos, ni siquiera querían imaginar lo que se sentiría estar en la situación de Luigi y Miridiana Claes. 

Las hermanas de Mary mantuvieron sus propias ideas fuera de esto. No querían enemistarse con la familia Claes solo por pensar en que Catarina también tenía la culpa de esto. Se guardaron sus comentarios para evitar conflictos.

—Si, señorita Claes, disculpeme. —el Ascart prosiguió a levantarse de su asiento, al igual que todos los presentes, bajando la cabeza ante los duques Claes. Keith y Anne no fueron la excepción.

Por su parte, Catarina, manteniéndose en silencio, algo que era anormal en ella, no soportó presenciar esta situación causada por ella.

—¡No! —gritó la chica de cabellos castaños, asustando a los presentes por su grito tan espontáneo. —Yo también tengo la culpa de esta situación —no quería llorar… no, no es que no quería, sino que no podía —, así que por favor levanten la cabeza. Yo soy la que debo pedir disculpas por esta situación. —Finalizando sus palabras, Catarina bajo su cabeza ante las otras familias. No le importaba lo que ellos pensaran de ella, solo quería calmar la culpa que sentía en su corazón.

Luigi suspiró mientras que Miridiana tomó a su hija y la hizo sentarse en su lugar. Realmente Catarina era una persona única… una persona que todos quisieran en su familia.

—Ya escucharon a mi hija —siguió hablando Luigi —, nosotros también estamos avergonzados y somos culpables de todo esto, así que les pedimos que dejemos de lado las apariencias y compartamos la culpa.

Todos asintieron ante la amable petición de Luigi. Se notaba que era un espléndido sujeto.

—Entonces, eso ya sería todo. Gracias por venir. —agradeció el duque Claes con una sonrisa. —Ya saben donde está la puerta.

"¡Yo soy el padre!" |Fanfic de Bakarina| Trilogía (3/3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora